La leonesa, Premio Ada Byron Joven 2023, ha impartido una masterclass donde ha explicado cómo la biotecnología está revolucionando las capacidades de adaptación del ser humano al espacio.
Ane Bores | 19/09/2024.
Fue en noviembre de 2022 cuando el nombre de Sara García Alonso saltó a los titulares de los medios de comunicación de todo el mundo, al convertirse en la primera mujer española en ser seleccionada como astronauta reserva para las futuras misiones de la Agencia Espacial Europea (ESA). “Una feliz casualidad” en el camino de esta bióloga molecular que, tras más de 12 años de experiencia en el campo de la investigación oncológica, descubrió cómo la exploración espacial y la biotecnología, dos disciplinas aparentemente opuestas, no solo encajan a la perfección, sino que pueden contribuir a lograr avances significativos en ámbitos multidisciplinares, avanzando en el conocimiento de muchas problemáticas sociales y poniendo mimbres para el desarrollo de soluciones innovadoras que ayuden a paliarlas.
Este 19 de septiembre, y convertida en una auténtica divulgadora científica e icono inspiracional para muchas niñas y adolescentes que ven en las carreras STEM una opción de futuro, la leonesa ha vuelto al campus de Bilbao de la Universidad de Deusto, donde el pasado año recibió el Premio Ada Byron Joven a la Mujer Tecnóloga, para reunirse con los estudiantes del nuevo Grado de Ingeniería Biomédica e impartir la masterclass “La biotecnología en el espacio”, donde además de acercar conocimientos de vanguardia sobre los avances científicos y las aplicaciones sociales que están surgiendo de la unión de estas dos disciplinas, ha relatado el camino hasta convertirse en astronauta de la ESA entre 23.000 aspirantes.
Descifrando el cáncer
La curiosidad siempre ha formado parte del ADN de Sara García, así como la vocación de hacer de este mundo un lugar mejor, de la mano de la ciencia y la tecnología. Algo que la impulsó a elegir la carrera de biotecnología, una disciplina que buscaba el uso de la biología para resolver problemas y fabricar productos útiles en un infinito abanico de colores, desde el ámbito de la salud, el medioambiente, la tecnología, la agricultura, o la seguridad, entre muchos otros.
Tras empezar a formarse en distintos laboratorios, pronto encontró su vocación, la investigación en cáncer, una enfermedad muy compleja y llena de clichés, en la que gracias a los avances científicos y las investigaciones que realizan desde el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), están consiguiendo avanzar en el conocimiento de esta enfermedad, desarrollando proyectos de medicina de precisión y personalizada, en función de las características del paciente y del tipo de cáncer que se desarrolle. “Necesitamos conocer la diana, la estructura de la enfermedad, para encontrar los puntos débiles a dónde dirigir el medicamento y poder conseguir su destrucción”, ha señalado.
En este sentido, gracias a los últimos avances en este campo, se aspira a que para el año 2030 pueda haber una tasa de supervivencia del cáncer de un 70%”, según datos de la Asociación Española contra el Cáncer.
Del laboratorio al espacio
El 16 de febrero de 2021, una noticia anunciaba que “Europa buscaba mujeres astronautas para viajar a Marte”. Un titular que captó la atención de Sara García y volvió a despertar la llama de su curiosidad. “Busqué información y descubrí que la Agencia Espacial Europea (ESA) lanza convocatorias para nuevos astronautas cada 10-15 años”. Y para mi sorpresa, la candidatura no requería ningún tipo de experiencia en el sector aeroespacial, sino tener un máster en cualquier carrera STEM”, ha relatado.
Atraída por esta nueva aventura, la leonesa pasó un largo y duro proceso de selección junto a 23.000 candidatos, donde afirma que fue muy importante “manejar muy bien la ansiedad y las expectativas”. Finalmente, fue elegida como astronauta reserva, en una convocatoria en la que “más del 50% de los éxitos fueron de mujeres”, un hito histórico que puso de relieve que la profesión de astronauta también es para las mujeres.
Así, la investigadora descubrió que la vida laboral de los astronautas, fuera de las misiones espaciales de unos 10-15 días, consiste en trabajar en experimentos científicos de gran calado en ámbitos inter y multidisciplinares, que tienen aplicaciones en la sociedad y permiten avanzar en el conocimiento y erradicación de enfermedades, o en el desarrollo de soluciones innovadoras para mejorar el bienestar de la sociedad y el mundo. En sus palabras, en la Estación Espacial Internacional se llegan a desarrollar entre 200 y 300 experimentos científicos durante una misión de seis meses.
Inspiración a flor de piel
Durante su intervención, la astronauta Sara García ha compartido con el alumnado universitario ejemplos muy variados de cómo una investigación espacial puede trasladarse a la tierra, ya que las condiciones de microgravedad del espacio facilitan hacer ciencias físicas, fabricar tecnología, estudiar modelos de enfermedades y avanzar en la medicina regenerativa. “En una misión, los astronautas desarrollan en un periodo de 6 meses todo tipo de patologías relacionadas con el envejecimiento, una investigación que tiene aplicación directa en la sociedad”, ha explicado.
Pero además de avanzar en el conocimiento, la investigadora ha incidido en que la exploración espacial ayuda mucho a la economía, ya que los satélites monitorean el planeta y todas esas mediciones gratuitas benefician a muchísimos sectores como la agricultura, la industria, entre otros, además de contribuir a la cooperación internacional y a afrontar desafíos globales, ya que muchas de sus investigaciones se alinean con los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible), generando grandes beneficios en el mundo. Asimismo, ha subrayado el poder que los astronautas pueden ejercer en la sociedad, derribando muros entre la ciencia y la gente de a pie.
Sara García ha puesto el broche final a su intervención soñando a lo grande. “El ser humano ya ha demostrado muchas veces que ni siquiera el cielo es el límite, así que el siguiente paso será conseguir una presencia sostenida en la luna, que nos permita aprender a utilizar los recursos como el agua congelada o el oxígeno, y a protegernos de la radiación. Eso nos llevará a Marte”, ha sentenciado.
Deja una respuesta