Artículo publicado en El Correo (31/10/2024) | Leydi Delgado.
Silvia Mansilla, de 47 años, protagoniza una de esas historias de mujeres que saben muy bien lo que quieren, lo persiguen y lo logran. Su sueño era abrir una librería y lo hizo hace once meses, en la calle Pintor Teodoro Dublang, 45. Abandonó su trabajo de 15 años
como directora de recursos humanos en una industria y dio el paso. «Es un riesgo controlado. Se trata de un negocio maduro en el mercado, pero es una
librería para recomendar y de proximidad con el público. Es lo que lo hace diferente».
El hobby de leer lo ha mantenido desde pequeña. Fue su madre quién le inculcó el hábito y el amor por la lectura. «Recuerdo que con tres años estaba en el sofá de casa cogiendo mi primer libro junto a ella», rememora. Aunque nació en Bilbao, a los cinco se afincó en Vitoria, por lo que se considera una vitoriana más. «Nací ahí por accidente», cuenta entre risas la abogada egresada de la Universidad de Deusto.
Silvia regenta Caso 45, especializada en ejemplares de suspenso y humor, difíciles de encontrar en otros sitios de la capital alavesa. «El humor negro me fascina», dice mientras se le viene a la memoria haber tenido en sus manos, con ocho años, el ejemplar ‘El Barco de Vapor’ y desde entonces empezó su travesía en el paraíso de los libros con ese género. «He leído 1.600 libros, todos los que se ven en el local». Como buena experta en el humor negro y suspenso, no duda en recomendar ‘Cómicos guerreros despavoridos’ y ‘Humor negro’.
La librería es una de esas tiendas con ventanales gigantes que invitan a pararse para ver con qué te encuentras dentro. «La gente pasa y pregunta ¿Qué libro me recomiendas? ¿Cuál debo regalar? O ya van mirando los stands. Yo converso con ellos y esa cercanía es la mejor».
Silvia sabe que mantener un negocio de este tipo no es fácil, pero considera que se puede «permitir este lujo» porque no tiene familia a cargo. «Tengo solo a mis padres y mi hermana es independiente».El comercio no sólo es una librería que vende ejemplares sino que «es un lugar de encuentro» con lectores empedernidos de estos géneros. «El tercer miércoles de cada mes nos juntamos aquí, entre ocho y 10 personas», cuenta y explica que la convocatoria se hace a través de Instagram y el propio local. «Todos los interesados pueden acompañarnos». Gracias a que la novela negra se ha convertido en un género popular en los últimos años, al local se acercan numerosos clientes, de edades de entre 32 y 60 años. «Los mayores vienen una vez a la semana y se llevan dos novelas porque tienen más tiempo de leer, están a punto de jubilarse o cuidando a sus nietos, mientras que la gente joven se toma más tiempo».
Aunque las plataformas digitales han ganado terreno en los últimos años, Silvia cree que nada puede sustituir la experiencia que regala un libro. «El papel no va a morir». Considera que un sector se va a suscribir a aplicaciones y otro va seguir con ese contacto directo con un ejemplar.
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