Su victoria en las elecciones ha catapultado a máximos el bitcoin y otras monedas virtuales por sus promesas de desregularización
Artículo publicado en El Correo (25/11/2024)
Dice Mar Cohen que «el dinero, como el amor, es un contrato emocional invisible: mientras creas en él funciona a la perfección, pero si dudas los cimientos empiezan a resquebrajarse». Y dice bien. Frase inspiradora que propicia el tema de esta columna: al igual que un efluvio amoroso, bitcoin, y la totalidad de sus unidades correligionarias –ethereum, tether, dogecoin, USDC, XRP, cardano y un largo etcétera– constituyen un contrato emocional. Se cree en ellas a pies juntillas, con fe de carbonero, y la cosa funciona. Porque, eso sí, a pesar del escepticismo absoluto con que algunos juzgamos esos ‘token’, su precio trepa y trepa hasta máximos estratosféricos, aupados por el entusiasmo y aun por el delirio de sus propietarios. Por ejemplo, hasta los 98.992 dólares la unidad de bitcoin, a un tiro de piedra de la inverosímil frontera de los 100.000 dólares. Su capitalización actual es de 1,9 billones de dólares, cifra superior al PIB español.
Al rally del 37% en menos de un mes han contribuido decisivamente las promesas de Donald Trump. El flamante presidente electo –que en su día fue un escéptico declarado de estos instrumentos– ha anunciado, junto a otras revoluciones, que va a poner toda la carne en el asador hasta convertir EE UU en la «capital mundial de las criptomonedas». Ha prometido aliviar la carga reguladora de la Comisión de Valores y Bolsa de EE UU (SEC) sobre los ‘criptogadgets’ y crear una reserva para mantener el suministro nacional de bitcoins. También ha apuntado a destituir al presidente de la Comisión de Valores, Gary Gensler, y crear un consejo asesor sobre criptomonedas. «Tendremos regulaciones, pero a partir de ahora las reglas serán escritas por personas que aman a su industria, no que la odian», dijo.
Como puede deducirse de lo transcrito, Trump tiene un modo de moverse que parece que la vida y, por supuesto, la economía han dejado de tener secretos para él. Posee, sin duda, el don de aventurar mucho más de lo que sabe. El bitcoin superó la barrera de los 90.000 dólares por primera vez tras la noticia de que el propio Trump iba a predicar con el ejemplo. El reputado rotativo ‘Financial Times’ informaba el martes pasado de que Trump Media, la empresa matriz de redes sociales de Trump Truth Social, estaba cerca de llegar a un acuerdo para adquirir la plataforma de comercio de criptomonedas Bakkt. Elon Musk, el brazo digital del presidente, por su parte, comercializa su propio criptoactivo, el dogecoin.
Otro elemento que ha catapultado al criptoactivo ha sido el comienzo de la cotización en el Nasdaq de varios ETF que transaccionan bitcoins. De hecho, en enero pasado la SEC ya había aprobado a varias instituciones financieras 11 ETF vinculados al bitcoin, que ha entrado así en una nueva fase en la que sus fans pueden elegir entre comprarlo en plataformas de intercambio o invertir en este tipo de fondos cotizados al contado en mercados más regulados. Como es sabido, los ETF son productos de inversión que replican la valoración de un activo. Si estos suben o bajan de precio en el mercado, el ETF hace lo mismo. Su funcionamiento equivale a la compraventa de acciones en una Bolsa de valores con liquidez inmediata.
Llegado a este punto, no cabe escabullirse sin manifestar una opinión acerca de estos instrumentos digitales. Son reiterados los escritos en este mismo medio en los que he manifestado mi postura. Respeto la conducta de quienes invierten en criptoactivos. Creo, sin embargo, que son inversiones peligrosas, que carecen de protección, que no están reguladas y que constituyen a menudo un refugio para el crimen organizado y el terrorismo en virtud de su difícil trazabilidad. Pero sobre todo debe recalcarse que son figuras que carecen de subyacente y que, en consecuencia, son mero humo.
Para terminar, transcribo literalmente al Banco Central Europeo cuando manifiesta su pesadumbre por los ETF autorizados por la SEC americana: «Para sus seguidores, la aprobación formal de los ETF confirma que las inversiones en bitcoin son seguras y que el rally es la prueba de un triunfo imparable. No estamos de acuerdo con ninguna de esas afirmaciones. Reiteramos que el valor real del bitcoin sigue siendo cero». Fin de la cita.
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