La doctora en Comunicación y docente de la Universidad de Deusto asegura que «el anonimato en redes facilita el odio».
Entrevista publicada en El Diario Vasco (25/11/2024) | Claudia Turiel.
¿Libertad de expresión, opinión, o delitos de odio contra las mujeres? La doctora en Comunicación, profesora en la Universidad de Deusto e investigadora principal del programa ARES (análisis de resistencias antifeministas), Miren Gutiérrez, lo tiene muy claro. «No vale cualquier cosa. No vale la incitación a la violencia ni los discursos de odio. Cualquier mensaje que ataca o que utiliza un lenguaje peyorativo o discriminatorio hacia una persona por lo que es, en este caso por ser mujer, es discurso de odio». Así, asegura que «los discursos machistas y los bulos relacionados son un tema recurrente en internet».
-¿Cuál es el discurso antifeminista del que habla?
-Es aquel que surge como respuesta a avances en igualdad. Siempre que las mujeres han conseguido algún avance en igualdad, desde la primera vez que consiguieron el voto, siempre ha llegado la reacción machista después.
-¿Y cómo se manifiesta en el mundo digital?
-El problema hoy en día es que, con las plataformas, estos mensajes se difunden de forma masiva y en tiempo real. Los tipos de mensajes que se difunden se pueden categorizar. Empieza con la negación de que existe un problema. Luego está la desautorización a las mujeres, esa idea de que ‘tú no puedes hablar de esto’, que está muy ligado con la idea de que ‘la desigualdad es cosa de otras culturas’. También la inacción, el decir ‘puede que haya un problema pero no es mi responsabilidad’; la apropiación, esa idea de ‘yo soy feminista y te voy a enseñar lo que es el verdadero feminismo’; el uso el lenguaje feminista, de igualdad, derechos y justicia, para parecer feminista pero lanzar un mensaje completamente contrario. Finalmente está la represión o la violencia, las amenazas, los insultos, el lenguaje de odio, la misoginia… Los mensajes antifeministas resistentes más evidentes son estos últimos, porque el resto, a veces, son muy sutiles. Pero están ahí.
-Además de ser el medio de transmisión, ¿cuál es el papel de las plataformas?
-Como mediadores, sus algoritmos jerarquizan, etiquetan y presentan la información. Esto es importante, porque existen sesgos algorítmicos derivados de la capacidad de los motores de búsqueda, por ejemplo, de priorizar cierta información. Hay muchos factores que determinan esa jerarquización, pero esta mediación concede respaldo, credibilidad y priorización a algunos contenidos y menos respaldo y priorización a otros. El problema es que los contenidos más violentos, llamativos, desinformativos… dan mayor juego a los algoritmos porque usan más las emociones y generan más atención. Así, los discursos machistas y antifeministas, y los bulos relacionados, son un tema recurrente en internet, y el entorno digital los fomenta.
Cobardía
«Muchos no dan la cara. El poder decir lo que te da la gana sin límite detrás de un seudónimo es muy fácil»
-¿Cuáles son las consecuencias de esta jerarquización en el día a día?
-Una de ellas es que hay más desinformación que información actualmente en las plataformas. Estos contenidos de mensajes de odio, antifeministas y desinformativos, que llaman más la atención por lo que he mencionado, corren como la pólvora. Además, una vez que se han publicado en las plataformas, aunque se demuestre que es mentira, es difícil desmentir los bulos. ‘Hay muchas mujeres que denuncian falsamente’ es uno muy común; el porcentaje es minúsculo, pero esta historia circula, y un negacionista de la violencia de género que se quiere creer eso, encuentra mil mensajes que le confirman esa opinión. ¡Díselo a las mujeres que están muriendo, que las están matando!
-¿Hay una idea equivocada de lo que es el feminismo?
-Efectivamente. Se oye eso de que ‘las feministas quieren tomar el poder y machacar a los hombres’. En el último estudio del CIS -publicado en enero- el 44% de los hombres encuestados respondió que el feminismo ha ido demasiado lejos. Se piensa, también, que si alguna mujer les tiene ojeriza y les acusa de abuso, están indefensos. La realidad desmiente absolutamente estos bulos. Pero alguno de esos hombres se agarran a ellos. Recientemente, el secretario de Naciones Unidas ha dicho que la desinformación es un riesgo existencial para la humanidad. Ante cualquier hecho de este calibre necesitamos la verdad.
-Hay algunos creadores de contenido con millones de seguidores que se autoproclaman gurús y su contenido gira entorno a cómo ser un macho alfa.
-Sí. Promueven la masculinidad tóxica, y dicen que ‘las mujeres pertenecen a los hombres’ y que ‘las mujeres violadas deberían tomar responsabilidad sobre lo que les ha pasado’.
Regularización
«Hay IAs que detectane interrumpen contenidosvejantes, pero estas tienen que venir dictadas porsoluciones políticas»
-Muchos de ellos se esconden, además, detrás del anonimato y de una pantalla de móvil.
-Claro. Hay mucha cobardía y no dan la cara. El poder decir lo que te da ganas sin ningún tipo de límite detrás de un seudónimo es muy fácil.
-¿Dónde está la línea entre la opinión y los discursos de odio?
-Una cosa es que alguien diga ‘no opino igual’ o ‘tu idea me parece estúpida’; pero no vale cualquier cosa. No vale la incitación a la violencia ni los discursos de odio. Cualquier mensaje que ataca o que utiliza un lenguaje peyorativo o discriminatorio hacia una persona por lo que es, en este caso por ser mujer, es discurso de odio.
-¿Qué acciones deberían priorizarse para regularizar la violencia digital?
-Hay mecanismos tecnológicos e inteligencias artificiales que detectan contenido sexualizante o vejante y se puede programar para que haya interrupciones en el flujo de este contenido. Existen soluciones tecnológicas, pero tienen que venir dictadas por soluciones políticas, y vamos muy tarde. La política tiene que venir antes, y tiene que generar conciencia sobre este problema.
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