Artículo publicado en El Correo (11/11/2024)
Algunos signos presagian el fin de la era del ‘Made in Germany’, el tiempo de la excelencia alemana. El Gobierno alemán ha recortado en fecha reciente la previsión de crecimiento para 2024, afirmando que su economía se contraerá por segundo año consecutivo. «Los problemas estructurales de Alemania están pasando factura», ha resumido el ministro de Economía, Robert Habeck.
Una inspección en detalle nos confirma el diagnóstico del ministro. Tras el retroceso (-4,1%) del PIB de 2020 por las restricciones impuestas por la pandemia, la economía alemana caminó a buen paso en 2021 (3,7%) y 2022 (1,4%) a cuyo término la economía productiva se desvanece: -0,3% en 2023 y -0,1%, -0,2% y -0,2% en los tres primeros trimestres de 2024. A eso se le llama recesión técnica. El índice IFO de clima empresarial es el indicador económico adelantado más importante de Alemania. Pues bien, el barómetro marca terreno negativo (menor que cien) desde 2020 y se sitúa en octubre en los 86,6 puntos frente a los 87,0 puntos del mes anterior. «La economía alemana se hunde cada vez más en crisis», ha afirmado el presidente del IFO, Clemens Fuest. Algo similar ha sucedido con el índice de confianza de las familias que ha discurrido por terreno negativo desde julio de 2020.
El actual descenso en la confianza empresarial es especialmente notable en la industria manufacturera. Las huelgas en las industrias de ingeniería eléctrica y de automoción, que cuentan con casi 4 millones de empleados, afectan a empresas como Audi, VW, Porsche, BMW y Mercedes entre otras. Una encuesta de la asociación de la industria automotriz alemana (VDA) sugiere que la transformación del sector podría aparejar la pérdida de 186.000 empleos hasta 2035, de los cuales aproximadamente una cuarta parte ya se han producido. Volkswagen prevé el cierre de, al menos, tres fábricas en terreno germano y anuncia recortes salariales del 10%.
Pero, ¿cómo se ha llegado a esta situación? ¿Qué razones han propiciado que el eterno ganador del certamen europeo se sitúe ahora en la zona trasera del pelotón?
Comenzaremos por la geopolítica. Entre los problemas más significativos están los notables incrementos de los costos energéticos. La invasión rusa de Ucrania ha perjudicado contundentemente a la industria de uso intensivo de energía. Hasta hace pocos años, la economía alemana bebía de un suministro barato de energía proveniente de Rusia. Las secuelas energéticas tras el inicio de la guerra en Ucrania y el corte autoinfligido de suministro de gas desde Rusia son alarmantemente obvias.
La débil coyuntura nos remite a una transición eléctrica mucho más lenta de lo prevista. Las empresas automovilísticas alemanas obtenían sus mayores beneficios de los vehículos de motor de combustión. Los coches eléctricos están plagados de dispositivos electrónicos cuyos beneficios proceden del ‘software’ y también de las baterías. Pero China y Estados Unidos monopoizan la mayor parte de esas cadenas de suministro. El problema de los coches eléctricos alemanes en 2024 es que son caros, sin ser innovadores. Los coches eléctricos chinos no son baratos y malos. Son simplemente mejores.
La inversión alemana ha disminuido por el desaliento de los empresarios como consecuencia de las asfixiantes barreras burocráticas de un modelo caduco de regulación. La formación bruta de capital fijo todavía está muy por debajo de los niveles anteriores a la epidemia Covid. Para movilizar más capital, también tendría sentido animar al estado a una política de gasto público más animosa. El límite del déficit presupuestario autoimpuesto al 0,35% sobre PIB (en España es del 3,5%) parece absurdo cuando se prevé un segundo año de recesión. Para afrontar con éxito los grandes desafíos de los tiempos presentes, como la transición hacia la neutralidad climática, la transición digital o la gestión de los rápidos cambios tecnológicos, se necesita un Estado más agresivo, más ágil y más capaz.
Hay un tema adicional y no es menor: la crisis política. El gobierno de coalición tripartito de Alemania, asolado por las luchas internas, ha colapsado. El canciller ha anunciado el miércoles pasado que se someterá a una moción de confianza en enero, que previsiblemente perderá, y que podría provocar un adelanto de las elecciones previstas para septiembre a marzo de 2025.
No es fácil detectar la luz en el horizonte. Será necesario un nuevo ‘milagro alemán’. Favorecerá a todos.
Deja una respuesta