Artículo publicado en El Correo (20/01/2025)
El ‘Project 2025’ es un trabajo de la Fundación ‘Heritage’, un grupo de expertos de perfil ultraconservador, y otro centenar de organizaciones de derechas. El documento es una especie de manifiesto de más de 900 páginas que detalla cómo el nuevo presidente debiera desmantelar esas partes del Gobierno que suponen un obstáculo para su agenda política. No solo eso, sino que el estudio también incluye una base de datos con potenciales candidatos para realizar ese desmantelamiento de la forma más expeditiva posible al incluir un programa formativo para ayudarles en su misión.
Aunque el presidente electo criticó el proyecto durante su campaña y lanzó algunos dardos contra varios de sus creadores, lo cierto es que estas últimas semanas ha llamado a la puerta de algunos de los participantes en el trabajo con idea de incorporarlos a su Administración. En diciembre pasado, tras ganar las elecciones, Trump explicaba a la revista ‘Time’ que, aunque le pareció «inapropiado» que el documento fuese publicado antes de los comicios, había «muchas ideas del mismo con las que estaba de acuerdo». De hecho, buena parte de los nombramientos y pronunciamientos de Trump estas últimas semanas parecen claramente alineados con las propuestas lanzadas por el ‘Project 2025’.
Un primer objetivo sería dotar de mayor poder al líder del Ejecutivo, permitiéndole deshacerse de las opiniones críticas en su partido y forzar las leyes en su favor. En este sentido, Trump ya se ha puesto manos a la obra nombrando a Pam Bondi como candidata a fiscal general y prometiendo que el Departamento de Justicia no dará tregua a sus enemigos políticos. Esa acumulación de poder en manos del presidente le permitiría poner en marcha otras iniciativas del proyecto (y suyas propias): desde revisar las políticas de inmigración y la protección de minorías hasta restringir el derecho al aborto o fomentar la desregularización industrial. «Lo preocupante», según Ben Olinsky, vicepresidente del Center for American Progress, es que, al contrario que al inicio de su primer mandato, «el proyecto no solo define unos objetivos claros, sino también señala cómo conseguirlos a base de ignorar o tergiversar leyes y trastocar el funcionamiento de las instituciones».
Teniendo en cuenta las prioridades que Trump ya ha establecido en su agenda -coincidentes muchas de ellas con las del ‘Project 2025’: deportaciones masivas, llevar a sus rivales ante los tribunales, cerrar algunos programas académicos o la imposición de aranceles- y nombramientos como el de Russell Vought (Gestión y Presupuestos) y Peter Navarro (Comercio y Manufacturas), encargados de pergeñar secciones importantes del proyecto, ya queda poco espacio para las dudas. Para Christopher Bosso, profesor de Ciencia Política en la Northeastern University, durante la primera parte de su mandato vamos a ver a Trump «poniendo al Congreso contra las cuerdas y retando a los tribunales a que intenten pararle los pies».
En cualquier caso, David Cole defendía en un artículo publicado el pasado 18 de noviembre en ‘The New York Review’ que no todo está perdido. La Constitución de los Estados Unidos «establece controles entre las dos Cámaras y contrapesos entre los poderes que permitirían poner límites» a muchas de esas iniciativas. Pero, como Cole también admite, para ello tanto la ciudadanía como las instituciones de la sociedad civil habrán de empeñarse en oponer una dura resistencia al presidente y no caer en la resignación.
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