Las bravatas arancelarias de Donald Trump apuntan a un retroceso generalizado de la productividad del planeta, con una guerra comercial que perjudicará a todos
Artículo publicado en El Correo (10/02/2025)
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La piedra filosofal, el dorado económico, el progreso y la prosperidad de un
país, se hallan ocultos, según anticipó ya en 1957 el nobel Solow, en una aparente falacia: la capacidad para generar más con menos. Este concepto, denominado productividad total de los factores (PTF), es esencial para comprender cómo las economías logran elevar el nivel de vida sin necesidad de aumentar la cantidad de factores de producción utilizados. Simplificando, los factores básicos de producción de un país son el equipo capital, la inversión acumulada y el factor trabajo, los millones de personas que por cuenta propia o ajena dedican su vida a la producción monetizada de bienes y servicios.
La PTF, que se define como la parte de producción o de renta de un país que no puede atribuirse directamente a la mano de obra ni al capital, es el motor detrás de un sistema productivo saludable que catapulta los estándares de vida. Si una economía aumenta su PIB total sin utilizar más recursos, o si la economía mantiene su nivel de PIB empleando menos inputs, se dice que está en una senda creciente de PTF.
La importancia de la PTF radica en que, a largo plazo, el crecimiento del PIB per cápita depende en gran medida de ella. Esto se debe a que el nivel de vida se mide en términos de PIB per cápita, por lo que una economía no puede mejorar su nivel de vida añadiendo más y más personas a su fuerza laboral, como es el caso reciente de España, donde el PIB progresa por el acceso continuado y vigoroso de ciudadanos al mercado de trabajo, mientras el PIB per cápita permanece prácticamente estacionario. Según Penn World Tables, países como Holanda, Noruega, Suiza y Estados Unidos han logrado altos niveles de PTF y, en consecuencia, se encuentran entre las naciones más prósperas del mundo. Diagnóstico distinto al que cabe aplicar a nuestro país. Los incrementos de la productividad en España son pobres, por no decir famélicos, constituyéndose en su principal problema estructural. La productividad en España se ha mantenido desde 2008 entre un 10% y un 18% por debajo de la de la eurozona.
Existen al menos tres variables estrechamente relacionadas con una mayor PTF. La primera es la eficiencia del factor trabajo, que mejora cuando la fuerza laboral está bien formada, y goza de habilidades y educación de calidad. Un trabajador bien formado es capaz de generar más valor añadido en cada hora de trabajo, lo que repercute positivamente en la economía. De ahí la importancia atribuida a un entorno con un sistema educacional excelente que incluya al mayor porcentaje posible de la población, con una tasa de ocupación o de empleo del sistema lo más alta posible.
La segunda variable es la asignación de recursos. En cualquier sector, las empresas más productivas deben captar la mayor parte del capital y de mano de obra. Si la inversión se distribuye de manera ineficiente entre empresas menos productivas, la economía en su conjunto sufre. La industria es más receptiva a aumentos de productividad que los servicios. La empresa grande favorece de forma natural mayores crecimientos de la productividad que la pequeña. En su conjunto, el sector público y el pri
vado deben proveer al sistema de asignaciones generosas de I+D+i.
La tercera variable es el comercio internacional. La apertura a los mercados globales permite que los países se especialicen en industrias en las que tienen ventajas comparativas, lo que, a su vez, incentiva la competencia y mejora la eficiencia productiva. Las bravatas arancelarias de Donald Trump apuntan a un retroceso generalizado de la productividad del planeta, con una guerra comercial que perjudicará a todos.
En las economías avanzadas, donde los niveles de productividad y eficiencia ya están cerca de la frontera tecnológica, el crecimiento de la PTF se basa específicamente en la innovación. Sin embargo, la evidencia sugiere que el impacto de la innovación en la PTF ha disminuido en las últimas décadas, lo que plantea el reto de encontrar nuevos impulsores del crecimiento en un contexto de recursos humanos cada vez más limitados debido al envejecimiento de la población.
Ardua tarea en un tiempo de transición ecológica y digital, con las economías occidentales trazando pirámides de población invertidas.
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