Euskadi parte con fortalezas singulares. Convertirlas en ventaja competitiva exige un pacto social sobre flexibilidad sénior, migración y digitalización.
📍Publicado en: El Correo (Ed. Bizkaia).
🗓️ Fecha: 19 de agosto de 2025.

El mercado laboral se enfrenta a la mayor transformación de su historia reciente como consecuencia de la interacción de tres corrientes de fondo –la digital, la climática y la demográfica– cuyo alcance combinado puede convertir la escasez de talento en el principal cuello de botella para la competitividad regional. En ese marco desde Laboral Kutxa hemos impulsado un primer estudio en el que ponemos la lupa sobre la variable con más inercia de las tres: la demografía.
Después de un profuso análisis histórico del comportamiento del empleo a lo largo de los últimos tres lustros, en el que se analiza el efecto de las crisis en el mercado laboral, de cara a anticipar el impacto del envejecimiento, el estudio construye un ejercicio de proyección basado en dos bloques. Con el horizonte puesto en 2036, el primer bloque estima la oferta potencial de personas trabajadoras y el segundo, la demanda de puestos que podría generar la economía vasca. Todo ello estableciendo tres escenarios para cada bloque –optimista, central y pesimista–, donde las hipótesis se basan en valores obtenidos de las trayectorias observadas en los quince años estudiados previamente. Es relevante señalar que el cálculo del número de personas trabajadoras se realiza sobre la base de la proyección de la población del INE 2024-2070, por lo que dicha proyección condiciona los resultados obtenidos, que podrían alterarse si la variable clave, la migración en términos netos, sufriera alteraciones relevantes con respecto a los supuestos volcados por el INE en la proyección.
Las conclusiones son reveladoras: en la Comunidad Autónoma del País Vasco existe una elevada probabilidad de que en 2036 haya un déficit de personas si las dinámicas demográficas actuales se mantienen. Apesardequeenelestudio se cuantifica la diferencia entre personas y puestos, es importante recordar que las cifras no son una profecía cuando se trata de estimar en un horizonte que va más allá de una década. Pero sí parece interesante elaborar un cuadro de mando revisable a la luz de nuevos datos demográficos y laborales, que monitorice la evolución y permita anticipar las medidas oportunas en caso de que se aprecien desequilibrios entre personas y puestos en el futuro. Y, ¿qué medidas son plausibles para enfrentar el problema? En este aspecto las soluciones tampoco son originales y pasan por:
– Atraer talento externo: En Euskadi la migración supone aproximadamente un 9% de la afiliación, una cifra sensiblemente más baja que en otras comunidades, por lo que existe margen para atraer perfiles que rejuvenezcan las plantillas. Con un saldo neto anual de 5.0007.000 llegadas, el País Vasco cubriría buena parte del vacío. La clave es atraer y retener talento, para lo que es preciso impulsar nuestras capacidades administrativas.
– Posibilidad de alargar la vida laboral: En este sentido no proponemos elevar la edad de jubilación, sino la posibilidad de que se pueda prolongar la actividad laboral más allá de la edad de jubilación utilizando para ello los incentivos adecuados. Desde el punto de vista de la legislación, actualmente en España es posible retrasar la edad de jubilación e incluso utilizar la modalidad denominada ‘jubilación activa’. Es muy probable que en once años el País Vasco afronte un desequilibrio entre personas y puestos de trabajo
– Productividad y ‘upskilling’: Impulsar la productividad por hora trabajada será decisivo para compensar la menor disponibilidad de mano de obra y sostener el avance económico. Ello implica automatizar las tareas repetitivas, integrar la Inteligencia Artificial generativa como apoyo a los procesos y desplegar planes de reciclaje que permitan que una parte significativa de la plantilla adquiera nuevas competencias a lo largo JOSÉ IBARROLA de la próxima década.
Ignorar el invierno demográfico tiene un precio. Con un mercado laboral estresado, los salarios subirán de forma selectiva, la industria no podrá hacer frente a proyectos por falta de técnicos y la factura de la dependencia engordará cuando la base fiscal se estreche. Además, la competencia por el talento será mundial: Baviera, Lombardía o la Columbia Británica ya activan becas, descuentos fiscales y campañas de márketing territorial.
La paradoja es que Euskadi parte con fortalezas singulares: una red industrial diversificada, cultura de formación dual y un ecosistema cooperativo capaz derecolocar trabajadores entre proyectos. Convertir esas bazas en ventaja competitiva exige un pacto social: incentivar la flexibilidad sénior, migración y digitalización inclusiva bajo el paraguas de la colaboración público-privada.
Si queremos mantener músculo socioeconómico es necesario actuar ya. El informe no adivina el futuro, pero sí dibuja el mapa de riesgos y algunas soluciones. Como todo espejo, solo será útil si empezamos a movernos antes de que la imagen reflejada se convierta en la única realidad posible.
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