Natale Serón, profesora de Derecho Internacional en la Universidad de Deusto, aborda la realidad de los menores migrantes no acompañados y, en su nuevo trabajo, la analiza desde la perspectiva del Derecho Internacional.
Entrevista publicada en El Diario Vasco (05/11/2025) | P.R.

¿Qué le motivó a centrarse en los menores migrantes no acompañados?
Mi intención ha sido poner en conocimiento qué vías internacionales factibles existen para denunciar a un Estado cuando consideras que el Derecho Nacional no funciona. Ya antes, cuando estuve trabajando en SOS Racismo, observé que había un creciente número de menores migrantes con una situación muy compleja. Muchos habían pasado muchos años en España, estudiando, y de repente cumplían los 18 años y se veían en la nada. Me decían ‘¡si yo llevo aquí desde los 10 años!, ¿cómo me voy a volver ahora a Marruecos si ahí no tengo nada?’. Entonces vi una brecha muy grande entre la teoría y la práctica.
¿Cuál es la realidad que viven estos niños?
Es muy compleja en muchos sentidos. Muchos tienen unas vivencias absolutamente horribles que obviamente merman su salud mental. Algunos han huido de su casa a los 10 años corriendo detrás de un camión y saltando dentro. Otros también se encuentran con una frustración muy grande porque creen haber hecho todo bien y, de repente, por parte de la administración sienten que todo lo que han hecho no vale para nada. A mí me solían decir: ‘¿Qué hago para que me dejen de cachear en la calle o para que me ofrezcan un trabajo?’. Ya que inviertes unos recursos cuando es menor, dale una salida laboral, que la integración sea real y efectiva. A todo esto se le une una ola generalmente bastante conservadora que está tomando fuerza. Como profesora de Derecho Internacional, veo muchas realidades que se asemejan a los años 30 y un auge en el nacionalismo que lleva a populismos y a verdades categóricas que están muy lejos de ser ciertas.
Recientemente se ha sabido de un caso en el centro de acogida de Uba donde un padre dejó a su hijo de origen argelino.
Creo que es difícil juzgar este caso con los pocos datos que se han publicado. Desconozco qué llevó a ese padre a abandonar a su hijo en un centro de acogida. Sin querer justificar en absoluto el abandono de un niño, es casi imposible imaginar o entender ciertas decisiones cuando nuestras necesidades básicas están cubiertas. Ante la falta de información, prefiero pensar en lo desgarrador que debe ser encontrarse en esa situación, creyendo que tu hijo estará mejor bajo el cuidado de una institución de un Estado extranjero que contigo.
¿Qué vías alternativas ofrece el Derecho Internacional?
Hay muchas para el ciudadano, no solamente para los menores migrantes. De hecho, hay una mujer que recientemente ha denunciado por esta vía violencia obstétrica en Donostia. Hay una serie de organizaciones de tratados de Naciones Unidas, que llamamos cuasi judiciales, y a día de hoy cualquier ciudadano español puede ir ante: el Comité de Derechos del Niño, el Comité para la Eliminación de la Discriminación de la Mujer y el Comité contra la Tortura. Son ocho comités de la ONU que prevén que cualquier ciudadano por sí solo puede acudir. Y es importante que la gente lo sepa. Obviamente, se recomienda ayuda legal porque pueden ser vías algo complejas, pero hay ONG que trabajan en denunciar a un Estado por entender que no ha dado una respuesta efectiva a un problema. También está el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, que ha sido una vía bastante eficaz recientemente. Es cierto, y hay que criticarlo también, que hay una reticencia por parte de los jueces a implementar de forma efectiva las resoluciones que emanan de estos órganos.
¿Son vías que funcionan? ¿Llegan a algún lado?
Son relativamente nuevas pero los tribunales internacionales funcionan, lo estamos viendo. Por ejemplo, el caso de Rys, una niña que llega a España con 16 años huyendo de Camerún de un matrimonio forzoso y víctima de abusos. Empiezan a cuestionar si realmente es o no menor y es sometida a una exploración vaginal y mamaria. Al final, la Fiscalía determina que es mayor de edad y le dejan en la calle. En este caso se lleva hasta el Comité de Derechos del Niño y le da la razón a ella. Pero además se consigue que se modificara la ley para que ningún otro menor pasara por algo así. Cuando de repente un Estado ve que los ciudadanos reclaman ese derecho y que están recurriendo más y más a estas vías, se ve en la tesitura de tener que reconocerlas.
¿Y cómo se puede saber si un caso realmente ha generado un cambio? De alguna manera, lo que hace que un caso tenga tanto potencial, como fue el caso de Rys, es que tenga la capacidad no solamente de que se le dé la razón, sino de cambiar la estructura, cambiar las leyes y las políticas públicas. Es el nuevo paradigma que plantea la litigación estratégica, esto es, conseguir que un caso tenga una repercusión que trascienda de ese caso concreto.
Deja una respuesta