Artículo publicado en The Conversation (25/09/2022)
Con el inicio la pandemia, la población sufrió un confinamiento que se alargó varias semanas. Los centros educativos pasaron de un día para otro a lo que se ha denominado Enseñanza Remota de Emergencia (ERT). Fue algo excepcional, sobrevenido y, por lo tanto, la comunidad educativa tuvo que reaccionar rápidamente para continuar la enseñanza desde sus hogares.
El profesorado de todo el mundo se encontró, de un día para otro, dando clase desde su propio hogar y adaptando rápidamente la metodología a la enseñanza a las clases en remoto.
Para averiguar el impacto de esta situación, hemos realizado una investigación en la que participaron 936 profesores españoles de todos las etapas educativas, a los que medimos sus niveles de bienestar, emociones y motivación.
Concretamente, exploramos cuatro aspectos:
- La adaptación de la enseñanza presencial a la Enseñanza Remota de Emergencia.
- Los cambios producidos en el bienestar.
- Los cambios producidos en las emociones.
- Los cambios producidos en la motivación.
Los resultados muestran que los profesores sintieron un impacto en el bienestar, las emociones y la motivación, es decir, en los tres niveles analizados. Para aprender y sacar conclusiones de esta experiencia, buscamos dar respuesta a los siguientes interrogantes.
¿Recibió el profesorado la formación necesaria?
Si hay que cambiar la forma de enseñar, es preciso formarse para poder hacerlo de manera apropiada a las nuevas necesidades. Llama la atención que la mayoría de los profesores participantes en el estudio no recibieron formación específica para la Enseñanza Remota de Emergencia (ERT), y la mitad de los que la recibieron no estaban satisfechos con la formación recibida.
Varias investigaciones evidencian la falta de preparación y apoyo al profesorado, algo que coincide con nuestros resultados. Además, los profesores reportaron que los principales retos fueron los factores de instrucción y la tecnología.
¿Cambiaron las estrategias?
Respecto a las estrategias de instrucción, observamos una menor interacción con los estudiantes, lo que derivó en menos relación afectiva y cuidado de los mismos.
Uno de los motivos fue que había que atender a una necesidad más acuciante: era necesario adquirir el conocimiento pedagógico y tecnológico para enseñar en un entorno remoto digital.
Un caso especial fue el profesorado universitario: en esta etapa educativa, el mayor reto fue establecer conexiones afectivas con el alumnado, a pesar de que este profesorado era el que tenía más experiencia en plataformas de trabajo digital (por ejemplo, con el uso bastante extendido de la plataforma digital Moodle).
Encontramos también una tendencia entre los profesores más jóvenes (de menos de 37 años), con un nivel intermedio de experiencia (6–15 años), a reducir la carga de trabajo de sus alumnos.
Además, los profesores de alumnos de menor nivel socioeconómico o de escuelas públicas informaron de una disminución de los objetivos instructivos en sus cursos. En el caso del profesorado universitario y alumnado de nivel socioeconómico medio se mantuvieron los niveles previos al cierre de los centros educativos.
¿Quién resultó más afectado?
Los profesores que han participado en el estudio constatan una disminución en sus niveles de bienestar, en comparación con el período anterior de enseñanza pre–covid.
El colectivo más afectado está compuesto por profesores de 38–45 años, de educación primaria, con mayor experiencia (16–24 años), mujeres, de escuelas públicas y con estudiantes de bajo nivel económico.
¿Qué emociones han prevalecido?
El resultado de la investigación muestra claramente que el profesorado experimentó menos emociones positivas y más emociones negativas. Esto es así, incluso en mayor medida, en profesores de primaria y secundaria, con menos de 6 años de experiencia, las mujeres, los profesores de centros públicos y con alumnos de niveles socioeconómicos bajos .
Los resultados obtenidos están en consonancia con otras investigaciones anteriores que muestran que la resiliencia y el nivel de agotamiento de los profesores estaban correlacionados significativamente con sus actitudes hacia la tecnología. Además, entre las emociones experimentadas por parte de los profesores destacan el miedo a enfermar o a perder su trabajo.
¿Qué pasó con la motivación?
El profesorado participante en nuestra investigación reportó niveles bajos de motivación. Les preocupaba el bienestar de los alumnos, el impacto en su proceso de aprendizaje y en las interacciones profesor–alumno. También les preocupaba cómo el cierre de los centros educativos estaba afectando a los alumnos y a sus familias.
Encontramos diferencias entre los participantes. De esta forma, los profesores y las profesoras de educación superior informaron de una menor motivación, así como los profesores con alumnos de nivel socioeconómico medio–bajo y bajo.
Investigaciones anteriores han indicado mayores niveles de estrés y ansiedad en las mujeres, lo que podría estar relacionado con actividades que consumen mucho tiempo, como el cuidado de los hijos y el trabajo doméstico no remunerado.
Mujeres, primaria y centros públicos
En conclusión, nuestro estudio muestra que durante la Enseñanza Remota de Emergencia (ERT) los profesores realizaron cambios a niveles pedagógicos y didácticos debido a las tensiones del cambio a digital. Esto supuso una presión añadida a los profesores de todos los niveles educativos. Como consecuencia de ello, disminuyó el bienestar, las emociones positivas y la motivación de los profesores, aumentando al mismo tiempo las emociones negativas.
No todos los profesores se vieron afectados de la misma manera. Concretamente, las profesoras, los profesores con alumnos de bajo nivel socioeconómico, los que enseñan en centros públicos y los profesores de primaria y secundaria fueron los más afectados.
Leave a Reply