Artículo publicado en El Correo (30/04/2023)
Quienes me conocen, o hayan leído algunos de mis artículos, saben que soy un europeísta convencido. El día 20 leí un artículo de Alain Franchon, editorialista de ‘Le Monde’, uno de mis periódicos de cabecera, donde aborda el papel presente y futuro de Europa en el concierto de las naciones. Afirma que Europa fue creada para la paz, se desarrolló gracias a la paz y ahora pretende seducir por la paz. Sin embargo, desde hace más de un año la UE vive con la guerra en sus fronteras. Europa no está mal, pero nada está garantizado. ¿Dónde está esa Unión que Vladímir Putin abocó a la desunión bajo el doble choque de la guerra de Ucrania y su dependencia del gas ruso? Probablemente sea demasiado pronto para un juicio final. Pero la ley de la prueba, promulgada por Jean Monnet, parece confirmarse. De crisis en crisis, la compleja entidad que está institucionalizada en Europa está construyendo músculo sobre el obstáculo.
La crisis del euro, la pandemia, la imposición del marco digital y la lucha contra el calentamiento global son algunos de los grandes retos transnacionales a los que Europa se ha enfrentado y se enfrenta. Pero con una gran guerra en el Viejo Continente. decenas de miles de muertos, millones de refugiados, ciudades enteras destruidas, el horror de la agresión de Putin contra Ucrania, país vecino de la UE y
signatario de una «asociación» económico-comercial con ella.
«Toda nuestra cultura», la que lleva y vive el proyecto europeo, «se opuso a esta monstruosidad», escribe el eurodiputado del grupo Renaissance Bernard Guetta en su último libro, ‘The European Nation’. Sin embargo, «la Unión recogió el guante del 24 de febrero de 2022», cuando se inició la invasión rusa a Ucrania. Europa supo «improvisar». Guetta lo ve como un paso más hacia una defensa común. Después del mercado común, luego del mercado único acoplado a la zona monetaria, la UE entraría en la tercera etapa de su existencia: el nacimiento de una unión política. Se convertiría en una entidad singular en el panorama internacional. ¿En camino a ser igual a los grandes? La contribución de la Unión a Ucrania en guerra representa el 40% de la de Estados Unidos.
El exministro y exeurodiputado Alain Lamassoure, nacido en Pau, también acoge con satisfacción la reacción de los Veintisiete ante la agresión rusa. Pero se mantiene cauteloso. ¿Está la Unión «preparada para pasar de un espacio económico de libertad, democracia y paz a la condición de actor político de pleno derecho respetado por las mayores potencias del momento»?
Constatemos otra consecuencia de la guerra: la ampliación de la Unión. La promesa hecha a Ucrania no puede dejar de cumplirse. Con este gran país (43 millones de habitantes), una docena de «pequeños» Estados se unirán a la UE dentro de diez años. Salvo que la Unión se diluya en un todo dispar, la ampliación obligará a una revisión institucional.
Pero la guerra en Ucrania puede sugerir una reflexión más pesimista: «¿Sigue siendo relevante la UE?» La pregunta es tanto más inquietante cuanto que está formulada no por un euroescéptico luchador, sino
por Pascal Lamy, uno de los arquitectos de la UE. Transmisión de pensamiento o coincidencia, Martin Wolf, comentarista emérito y europeísta de ‘Financial Times,‘ se pregunta exactamente en los mismos términos. Cómo puede esta aventura «idealista» (mi admirado Alain Maalouf habla de la UE como la utopía que se está construyendo) «adaptarse a nuestro mundo de crisis económicas, pandemias, desglobalización y conflicto de superpotencias», se preocupa Wolf. Los valores en los que se basa la UE son lo contrario de lo que constituye el espíritu de la época, ¡ay! Lamy explica: «En un mundo embrutecido, la Unión de europeos podría estar demasiado incompleta para pasar la prueba del mundo de hoy».
El conflicto entre China y EE UU estructura nuestra época. Diluye a los europeos en un «colectivo occidental»; acerca a Moscú y Pekin en una asociación más estrecha. Estados Unidos, monoobsesivo,
solo piensa en el «desafío» chino. Esta prioridad estratégica debería animar a los Veintisiete a no hacerse ilusiones sobre la sostenibilidad del compromiso de Washington en Europa. Cerrado el paréntesis de la
guerra en Ucrania, el mundo seguirá siendo caótico y la UE deberá asumir una parte cada vez mayor de su defensa. Esto se puede llamar «autonomía estratégica» o «política de seguridad común». Es imprescindible, concluye Franchon. Lo que exige, me permito añadir, que necesitamos pensar de otra manera la defensa de la UE, también la militar.
¿Y Euskadi en este contexto? Me vienea la memoria una frase que me espetó Jordi Pujol, hace años, refiriéndose a Catalunya y que me gusta repetir. Aplicada a Euskal Herria significa que «está» en Francia y en España, y Francia y España «están» en la UE. Necesitamos, me decía Pujol, una Catalunya fuerte y unida, y más aún ustedes, los vascos, que todavía son menos en número y están más divididos, ya en España, y con pocas relaciones fuertes con la parte del País Vasco que «está» en Francia. No se me va de la cabeza.
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