Artículo publicado en Deia (25/07/2023)
Una encuesta gana en fiabilidad cuando su muestra es representativa de la sociedad que quiere analizar. Eso significa que debe ser proporcional y representar a los diferentes grupos por sexo, edad, nivel socioeconómico, educativo, etcétera. Cuánta mayor proporcionalidad alcance la muestra, mayor será su validez y menor su margen de error. Una muestra, en suma, es como una pequeña maqueta de la sociedad que quiere explicar o predecir, cuánto mejor diseñada esté esa “maqueta” y más se parezca al universo de estudio (sociedad), mejores resultados alcanzará.
Los sondeos electorales son encuestas. Tienen la particularidad de que un 20 o 30% de quienes responden está indeciso y no de decide su voto hasta que el momento de la elección está próximo, a veces la decisión se da en el momento de depositar el voto en la urna. Además, otro pequeño porcentaje miente u oculta su voto, por vergüenza, por preservar su intimidad, por considerar que es algo privado, etcétera.
El hecho de que no puedan publicarse encuestas la última semana antes de las elecciones dificulta saber cómo está evolucionando o comportándose el voto indeciso, por lo que es algo “injusto” juzgar las encuestas que se han realizado ocho o diez días antes de los comicios.
Por último, también debe mencionarse el uso y el interés de algunas encuestas que contratan y publican algunos medios de comunicación que también pretenden incidir en el comportamiento electoral. Esta es, precisamente, la principal acusación que se le hace al CIS de Tezanos; cocinar los resultados con el ánimo de condicionar el voto del electorado. Según Kiko Llaneras, la mayoría de encuestas para las elecciones del pasado 23 inflaron a la derecha y subestimaron al PSOE, y aunque la izquierda sorprendió con un mejor resultado, el CIS volvió a sobrestimarla.
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