A través de un acuerdo con el nuevo Gobierno, el PNV tiene la oportunidad de acelerar la recuperación de la economía vasca tras los daños causados por ETA
Artículo publicado en El Correo (20/09/2023)
En un reciente artículo en este mismo medio, Braulio Gómez, analizando algunos datos del último Deustobarómetro, titulaba: «La política, desconectada de los problemas reales». Señalaba, aportando los datos del estudio, que las preocupaciones más importantes de la ciuda-danía vasca son las que tienen que ver con cuestiones como el coste de la vida, la atención de Osakidetza, la vivienda, el envejecimiento, las condiciones laborales o las pensiones. Todas tienen relación, en mayor o menor medida, con nuestra situación y dimensión económica. Quisiera aportar, por si es útil, una visión de la oportunidad que tiene Euskadi en este momento para mejorar su posición en este ámbito y, por tanto, su capacidad de atender las políticas que demandan los ciudadanos.
Hay que recordar que nuestro autogobierno está fundamentado en la singularidad del Concierto Económico, pero que, a su vez, eso implica que la posibilidad de desarrollo de las políticas demandadas va a estar limitada por el tamaño de nuestra economía y la capacidad que ésta permita de recaudación fiscal.
Lamentablemente, en este ámbito, los últimos tiempos no han sido buenos para nuestro país pese a nuestro dinamismo y carácter innovador. La persistencia durante décadas del terrorismo de ETA, muy agresivo contra la empresa y la economía vascas, nos ha dejado muy debilitados. Así, en los últimos 50 años hemos perdido un 24% de PIB relativo, más de 30.000 puestos de trabajo de calidad y un volumen importante de población. Recordemos, en este punto, el informe de hace dos años del Consejo General de Economistas y la Cámara de España en el que se analizaba la evolución económica por autonomías en las últimas cinco décadas. El titular de un periódico –tal vez un poco alarmista– que lo presentaba concluía: ‘Y Euskadi se hunde’.
Lo cierto es que esa pérdida de dimensión económica ya está impactando, de forma significativa, en nuestra capacidad de desarrollo de políticas de atención a las cuestiones que preocupan a la ciudadanía, reflejadas en el párrafo inicial y, de cara al futuro, quizás pudiera incluso poner en riesgo nuestro modelo de Concierto.
En un artículo publicado en este mismo medio en julio (‘La reparación de los daños económicos de ETA’) indicaba cómo, en el caso de Irlanda del Norte, tras el terrorismo, y con el impulso del Sinn Féin, se pusieron en marcha medidas de apoyo en ese ámbito, pactadas con el Gobierno británico y reforzadas con acuerdos con la Unión Europea. Recordaba también que alguna de esas medidas, facilitadas por Bruselas, fue renovada con los acuerdos del Brexit y que hasta 2027 los europeos estaremos contribuyendo con nuestros impuestos a la recuperación económica de Irlanda del Norte.
Volviendo a nuestro caso, hoy, los partidos políticos están inmersos en un proceso de negociación para la configuración del Gobierno de España. En este marco, el papel del PNV es determinante, especialmente con uno de los dos partidos mayoritarios, y su capacidad de negociación para poder comprometer políticas de recuperación de nuestra economía, en la línea de lo hecho en Irlanda, quizás única. Nuestros datos macro reflejados en el informe citado, y en otros realizados en los últimos años, son suficientemente claros –aunque desconocidos– y justificarían sobradamente una propuesta en esa línea. Además, el País Vasco siempre fue un motor de la economía española, y su mejor evolución redundaría también en beneficio para el resto de comunidades.
Un acuerdo con el Gobierno en Madrid, que a su vez podría comprometer un apoyo de Bruselas, con programas específicos para Euskadi, podría relanzar nuestra economía para recuperar la dimensión que tuvo hace unas décadas, ‘curando’ una de las «heridas del pasado» como planteaba nuestro lehendakari recientemente en un Congreso Internacional sobre Derechos Humanos en la Universidad de Deusto. Esto nos permitiría afrontar mejor los retos de futuro e impulsar un nuevo «contrato social» para un desarrollo sostenible del país.
Se pueden acordar iniciativas en diferentes ámbitos. Así, y por resumir algunas ideas que ya se han propuesto desde distintos foros, se debería acelerar la finalización del AVE, un proyecto de aeropuerto transoceánico y el refuerzo de los puertos vascos, que además impulsarían nuestro peso en el desarrollo del Arco Atlántico. En el ámbito de la empresa habría que trabajar para facilitar el retorno, o nuevos planes de inversión, para sociedades y centros de decisión que salieron de Euskadi por el terrorismo. En esa línea también habría que acordar medidas de impulso de la figura del empresario, planes de emprendimiento, refuerzo de nuestro tejido empresarial y máximo desarrollo de los fondos Next Generation.
Tenemos una oportunidad única para mejorar el futuro; si la aprovechamos será bueno para Euskadi y España.
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