Las desplazadas afrontan múltiples y específicas vulneraciones de derechos
Artículo publicado en El Correo (17/10/2023)
En la primera página de ‘Le Monde’ del 18 de septiembre había una foto impresionante donde una mujer de raza negra se tapa la cara ante el fotógrafo. Se trata de la ilustración, y no la más fuerte, de un estudio que parte de la publicación internacional ‘The Lancet’ sobre la correlación entre migrantes y violaciones a las mujeres. La lectura del documento del diario francés es desgarradora. Presenta ocho testimonios de otras tantas mujeres migrantes en Francia, con las que el periódico entró en contacto para que relataran su odisea. Traslado algunas frases:
«En medio de la conversación, Aissata se estremece. Adama, por su parte, casi deja caer varias veces a su bebé de dos meses, un gran niño envuelto en un body blanco, al que amamanta con la mirada ausente. Los ojos de Perry se nublan: ha visto demasiada violencia. Los ojos de Fanta se han vuelto vidriosos: ella está allí, pero ya no está realmente allí. Grace se arrepiente de sus ojos secos, le encantaría llorar y gritar, tal vez alguien la creería y la ayudaría más, pero no sabe a dónde se han ido sus lágrimas. Nadia sonríe y señala las cicatrices de quemaduras de cigarrillo que salpican su pecho, como para disculparse por esta vida que la hizo terminar aquí. Stella usa gafas de sol en el interior y se echa a reír mientras cuenta cómo la vendieron cuatro veces».
Todos estos detalles, estas marcas de barbarie inscritas en los cuerpos de las mujeres inmigrantes, los relata el doctor Jérémy Khouani. Médico generalista en una residencia de salud del tercer distrito de Marsella –con un 55% de sus habitantes por debajo del umbral de pobreza, es uno de los lugares más pobres de Francia–, trata llagas, dolores de garganta y enfermedades gastrointestinales, «pero sobre todo ve surgir el trauma ante las pala- bras ‘escisión’ (mutilación parcial o total del clítoris), ‘Libia’, ‘trata’ o ‘violación’.
Consternado por las consultas que le llevaron a medir el tamaño de los labios vaginales post-escisión (para una oficina del Gobierno francés), a diagnosticar una artrosis masiva en una joven de 30 años o a recetar antidepresivos a otro que acababa de intentar inmolarse, decidió luchar con lo que sabía hacer: «Ciencia». «No quiero priorizar, pero la violencia que sufren las mujeres solicitantes de asilo es tres veces más horrible que la de los hombres. También experimentan violencia, pero no es sistémica, no tienen la vagina mutilada a los 6 años ni la violación como parte casi inevitable de la migración». Lo repito: «la violación como parte casi inevitable de la migración».
Pero quería dar información de dos estudios de ámbito español, que se pueden consultar en la Red.
El estudio ‘Mujeres en marcha (la realidad de las mujeres en los procesos migratorios)’ está elaborado por SJM-España, una red de entidades impulsada por los jesuitas que trabaja por la defensa de los derechos de las personas migrantes. El informe, publicado en 2022, tiene una proyección mundial y aborda, entre otras cuestiones, las causas de la mayor proporción de mujeres que de hombres migrantes que han sufrido violencias y violaciones. Señalan que «además de aquellas que inician la ruta migratoria con sus hijos e hijas, muchas mujeres son madres a lo largo del proceso migratorio, habitualmente como consecuencia de embarazos no deseados provocados por violaciones y abusos sexuales».
En este sentido, en 2020, el número total de la población migrante internacionalalcanzó los 280,6 millones de personas, y en torno al 30% fue reconocido como migración forzada.
En el estudio recogen de la Agenda 2030 (el plan de acción aprobado en 2015 por todos los Estados miembros de Naciones Unidas para alcanzar 17 Objetivos prioritarios) lo que se lee, en concreto, en el 5o Objetivo, que persigue la igualdad de género y el empoderamiento de mujeres y niñas, a través de la meta 5.2, que insta a la eliminación de todas las formas de violencia, incluida la trata de personas, que afecta especialmente a las mujeres y niñas migrantes.
En las conclusiones del trabajo podemos leer que «las mujeres afrontan riesgos específicos cuando se desplazan (tránsito) y tienen mayor probabilidad de haber soportado discriminaciones y violencias ya antes de emprender sus viajes (origen). Una vez en destino, hacen nuevamente frente a múltiples violencias y vulneración de derechos por ser mujer y ser migrante y por motivos de raza, clase social, orientación sexual…».
En otro estudio que se publicó el pasado 19 de septiembre, leemos que «más de la mitad de las mujeres de entre 15 y 29 años (51,5%) creen que pueden llegar a sufrir violencia sexual, 28 puntos porcentuales por encima del porcentaje de los hombres (23,7%)». Es una de las conclusiones del IV Barómetro Juvenil 2023. Salud y Bienestar del, para mí entrañable, Centro Reina Sofía de FAD Juventud, donde tantos años colaboré en investigaciones.
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