En las últimas semanas, decenas de jóvenes han pasado por el centro comercial Zubiarte para escanearse el iris a cambio de una pequeña cantidad de criptomonedas. Esta semana las personas que han cedido estos datos biométricos –los más personales y difíciles de suplantar– han recibido 10 worldcoins, lo que equivale a unos 20 euros.
La empresa que está detrás de esta iniciativa es Worldcoin, propiedad de Sam Altman, el creador de ChatGPT, una de las principales aplicaciones de inteligencia artificial. Y acaba de llegar a Bilbao después de haber pasado por numerosas ciudades de todo el mundo. Según sus propios datos, ya han recolectado el iris de más de 3 millones de personas en 120 países. Su objetivo es llegar a recoger el de 2.000 millones de individuos.
¿Para qué quiere esta empresa esos iris? Es difícil de saber. A las personas que se acercan a Zubiarte, los representantes de la firma les dicen que es sólo por «seguridad», para «evitar fraudes» y asegurarse de que las personas no se registran más de una vez. Insisten en que no piden datos personales. Sólo es necesario –recalcan– tener más de 18 años y descargarse una aplicación en el móvil. Además, subrayan que si consigues que otros amigos cedan su iris puedes recaudar más dinero.
Hay otra pregunta que se repite: ¿Por qué regalan ese dinero? Su objetivo –dicen– es «incrementar el valor» de la criptomoneda. «Cuanta más gente se una a la moneda más aumenta el valor», afirman. Sin embargo, cuando se pregunta por las «garantías» de que esos datos no van a ser utilizados, los encargados de Worldcoin se remiten a las condiciones de la página web, llena de letra pequeña.
En una conversación con EL CORREO, Lorena Fernández, directora de comunicación digital de la Universidad de Deusto, alerta de los riesgos de ceder estos datos biométricos. Para empezar no duda en señalar que es «falso» que necesiten el iris como medida de seguridad. Explica que esta misma empresa reconoce su intención de crear «la mayor red de identidad digital del mundo». La gran ventaja del iris para la biometría es que presenta una serie de características únicas en cada individuo.
Sobre el papel, su objetivo es crear «pruebas de humanidad» de cara a un mundo que va a estar cada vez más dominado por la inteligencia artificial, que es capaz de suplantar a los seres humanos en numerosas cosas. Sin embargo, insiste en que nadie sabe qué «uso» van a acabar dando a esos datos. Tampoco se puede saber si los van a ceder a otras empresas o terceras personas y advierte que le consta que en Bilbao hay menores de edad a los que se les ha permitido ceder sus datos. «En algunos países han empezado a ponerles límites», explica.
Lorena también ha intervenido, entre otros, en el programa “La Tarde” de la COPE, donde ha profundizado sobre esta práctica que está suscitando muchos recelos entre expertos de identidad digital:
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