Opinión recogida en el suplemento de El Correo -edición impresa (03/03/2024)
Ha pasado una década desde que el DeustoBarómetro se pusiera en marcha. A lo largo de estos diez años la ciudadanía ha experimentado una fuerte crisis económica y una crisis sanitaria derivada de
la pandemia. Sin embargo, los datos se mantienen bastante constantes y, a la pregunta ‘Indica si
en el último mes, y como consecuencia de tu situación económica, has hecho o has pensado hacer
alguna de las siguientes acciones’ relacionadas con el ahorro, como reducir gastos en ocio, comida, gas, electricidad o en ir al dentista, nos indican que en torno a un 20 o un 25% de la población en Euskadi se ajusta el cinturón para llegar a final de mes. Eso significa que una de cada cuatro o una de cada cinco personas en Euskadi vive en una situación de precariedad y vulnerabilidad, puesto que no puede hacer frente a la compra de la alimentación o la ropa que necesita.
Cáritas, en su informe Foessa, define esta forma de integración como una integración precaria. Es cierto que la mayoría de la población disfruta de una gran integración plena, pero también es verdad que no estamos superando la desigualdad social y económica que aparece como una constante invariable en nuestra sociedad, una grieta insalvable que afecta a miles de personas.
En cuanto a la educación, debe adaptarse a su entorno, a los cambios sociales y a los avances tecnológicos, pero debe hacerlo desde una conciencia crítica y ética. Las nuevas generaciones van a
estar abrumadas de información y lo que van a necesitar son habilidades y competencias para
poder gestionar dicha información, capacidades que les permitan discernir lo verdadero de lo
falso, que les permitan reconocer las fuentes fiables y saber dónde encontrarlas. También necesitarán competencias para adaptarse continuamente a los cambios porque estos serán cada vez
más rápidos y exponenciales. La capacidad de entender, de razonar y de discurrir críticamente,
desde valores éticos que permitan alcanzar consensos y garantizar convivencias basadas en el
respeto, serán retos de la enseñanza, pero también de la sociedad en su conjunto.
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