La docente presentó su proyecto en la Universidad de Deusto el pasado 22 de abril, en el marco de un encuentro organizado por la plataforma EcoLoiola para celebrar el Día Mundial de la Tierra.
Ane Bores | 25/04/2024.
Nunca un trozo de madera había tenido tantas posibilidades. No hay más que ver la colorida colección que adorna el claustro del campus de Bilbao de la Universidad de Deusto, donde pequeños robots, casitas y conocidos paisajes cobran vida. Unos más irregulares que otros, lijados, pintados o barnizados, y acompañados de todo tipo de materiales reutilizados como clavos, botones, tornillos, arandelas o cuerdas, combinados con elementos naturales. Piezas originales hechas con mucho amor, con las que la profesora Arantza Arruti da rienda suelta a su creatividad y nos revela una faceta artística desconocida. Hoy charlamos con ella para conocer de primera mano los entresijos de esta magnífica colección, que gracias a Deusto Campus podremos disfrutar durante las próximas semanas.
– ¿Cuántos años llevas trabajando en la Universidad de Deusto y cuál es tu labor?
Llevo en la universidad desde que comencé mis estudios en Pedagogía en el año 1988-1989. Empecé a trabajar con la beca SYLFF (The Ryoichi Sasakawa Young Leaders Fellowship Fund) en el curso 1992-1993 y hasta hoy… Son unos cuantos años, ¿verdad? En 1996 me hicieron contrato indefinido. Empecé en el Instituto de Estudios de Ocio, en el área de formación y de internacional, y actualmente estoy en la Facultad de Educación y Deporte, y en la Unidad de Innovación Docente, además de formar parte del equipo de investigación eDucaR. Me dedico a la docencia en la Facultad, la gestión de proyectos, la investigación y la gestión de algunas redes sociales. Ah, y, por supuesto, colaboro, siempre que puedo y me llaman, con la Unidad de Innovación y Emprendimiento, otras de mis pasiones.
– ¿Cómo y cuándo nació esta faceta creativa?
Esta faceta, que debe estar en mi ADN, empezó a ver la luz hace tres años, cuando salíamos de la pandemia. Obviamente, estoy más que convencida que me viene de familia, de mi ama, que era una artista de la pintura (vaya cuadros hacía), pero también de mi aita, que siendo ingeniero era muy poético y tenía una vena muy romántica.
– ¿Por qué elegiste experimentar a partir de trozos de madera?
Utilizar la madera se debió a la casualidad. Estaba limpiando lo que hoy se ha convertido en un jardín y que hace 3 años era una especie de selva. Simplemente, me opuse firmemente en tirar o quemar lo que tanto me había costado limpiar: trozos de ramas, clavos y tornillos desplazados de su lugar de origen, troncos, helechos, raíces… Había pasado tantas horas “quitando” lo que creía que sobraba, que me daba pena tirarlo… Y entonces empecé a ver lo que de primeras solo veía como restos. Además, me permitía utilizar mis fines de semana para relajarme y, como descubrí entonces, #empezaravivir y desarrollarme más como persona.
– En “Made with loved wood. Reciclaje, sostenibilidad, creatividad e innovación” podemos encontrar todo tipo de creaciones con materiales reutilizados, desde robots hasta casitas. ¿Qué es lo que te ha inspirado a crear estas colecciones tan distintas?
La verdad es que todo empezó con troncos y ramas que convertí en una lámpara, un colgador de pie,… Y de ahí, me fueron regalando trozos de madera sobrantes (vamos, que estaban destinas a la chimenea) de una casa que se estaba construyendo, y empecé a ver casitas, sí, sí, empecé a verlas, de verdad. Entonces, ni cortaba los bloques, “simplemente” me dedicaba a lijarlos manualmente y a adornarlos con lo que iba encontrando (flores secas, piedras, ramitas, cortezas de árbol…); luego compré pintura a la tiza y empecé a darles color… Ah, tengo que reconocer que mi ama me transmitió su arte a través del “Belén”, que año tras año fue construyendo con más y más piezas, sí eso también me inspiró y mucho. Los robots llegaron más tarde. Mi aita hizo uno grande con madera hace muchos años y yo quise hacer una réplica, y la hice, pero dándole otro toque. De todos modos, me inspiro mucho en cuentas de Instagram de obras realizadas con madera “sobrante”. Los cuadros llegaron más tarde, todo fue porque me encontré unos marcos y dije “oye, pues igual quedan bien unas casitas enmarcadas”. Los cuadros más grandes están sobre bases de madera de unos somieres que tuvimos que retirar, vamos que últimamente veo posibilidades donde antes no las veía. La parte de un zócalo o un trozo de madera que me encuentro en el monte, todo me sirve.
– ¿Qué ha supuesto para ti poder compartir tus creaciones con la comunidad universitaria? ¿Cómo está siendo la acogida?
Sinceramente, un halago. Se lo comentaba el otro día a Inhar, al que estoy muy agradecida. Cuando hace ya unos meses me propuso hacer una exposición, dije que sí inmediatamente, y la semana pasada empecé a pensar dónde me había metido. La verdad es que me han llamado o escrito algunos/as compañeros/as para decirme que les encanta lo que hago, y eso, no te voy a mentir, me satisface y mucho. Es muy reconfortante. Todas las obras están a la venta (y como digo yo, siempre negociable). En casa no tengo sitio. Ya tengo unas cuantas piezas de las que no me quiero “separar”, hasta que me digan “hasta aquí hemos llegado”.
– ¿Cuál es tu pieza preferida?
Tengo un par de piezas en casa que me encantan: unas lámparas y mis primeros cuadros, y unos troncos de madera que me costó mucho, pero mucho, trabajarlos. Cuando quieras, te los enseño. Ah, y un robot, pequeño, de unos 15 cm. En fin, todas tienen un algo y un significado. De las que están expuestas y que ya están reservadas, por cierto, la iglesia y el bosque de Oma me encantan. También “Ciudad Jardín” y los cuadros grandes.
– ¿Tienes algún otro proyecto artístico en marcha?
Sigo practicando con el visual thinking casi todos los días. Me encanta estar concentrada en una reunión o una sesión mientras pinto palabras y letras. Y sigo con mi blog sobre emprendimiento, personas emprendedoras y proyectos emprendedores e innovadores (www.arantzaarruti.com), este año cumplo 10 años con él. De todos modos, espero seguir viendo en la naturaleza otras posibilidades. En cuanto pueda, espero que sea pronto, vuelvo con algo más… Tengo algunos “trozos” de madera que ya veo convertidos en una ciudad. Su forma así me lo indica.
– ¿Cómo te gustaría verte de aquí a 10 años, enseñando o creando?
Pues ya tendré unos 64, y si te digo la verdad, me encantaría seguir con fuerza para seguir creando (que no siempre la tengo, eh) y, siempre que pueda, enseñando y aprendiendo, que ha sido mi gran pasión desde que tengo uso de razón, pero, ¿quién sabe? Yo me defino como una teacherpreneur desde hace unos años y aún hay mucho por escribir, crear, re-crear, practicar y emprender, ¿no crees?
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