Artículo publicado en El Correo (31/08/2024)
Una tarde estaba en mi domicilio en Lovaina, leyendo ‘Les Thibault’ de Roger Martin du Gard, cuando en la radio sonó una música que desconocía y que me atrapó hasta el punto de que no pude seguir leyendo: era la Sinfonía No 4 de Bruckner dirigida, creo recor- dar, por Eugen Jochum. Acababa de descubrir un mundo nuevo para mí. Nada más ter- minar la emisión, salí de casa y me fui a una biblioteca donde había un servicio de préstamo de discos. La 4a estaba en préstamo, pero tenían la 5a, con Otto Klemperer a la batuta. La escuché inmediatamente en un tocadiscos.
Había comenzado la historia de una adicción que perdura más de cincuenta años después.
En mi archivo encuentro una larga entrevista que me hizo César Coca para EL CORREO el 9 de mayo de 2007, con Bruckner como tema. Cuando estaba en Deusto, Juan Ángel Vela del Campo logró traer a Bilbao al gran Ricardo Muti, que dirigió, a un grupo de coralistas, el ‘Va Pensiero’ de Verdi. Recordé a Muti su lectura de la 2a deBruckner, su sinfonía menos interpretada. El maestro italiano me contestó que no hay Bruckner malo. En el Festival de Salzburgo del presente año, Muti dirige en tres días el everest de las sinfonías de Bruckner: su 8a sinfonía. Si pueden, y consiguen entrada, no se la pierdan.
Es difícil escuchar Bruckner siendo joven. De joven se ama lo primario, la belleza inmediata. El primer movimiento de la 5a de Beethoven, el aria de la 3a Suite de Bach, el tema de la trucha de Schubert etc… ‘entran’ a la primera. Obras con la que hemos nacido a la música el común de los mortales.
Pero los últimos cuartetos de Beethoven, el ‘Arte de la Fuga’ de Bach o el último quinteto de Schubert, de los mismos autores, se degustan en la madurez. Bruckner pertene- ce a esta segunda categoría.
Entre el 29 de noviembre y el 5 de diciembre de este año, la Euskadiko Orkestra, en las tres capitales de Euskadi y en Iruña, interpreta la gigantesca 5a Sinfonía de Bruckner.
La dirige Treviño, devoto de Bruckner. Anótenlo en su agenda. Disfrutarán de un soberbio concierto.
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