El investigador reclama «un plan urgente» porque la situación económica es «delicada» y «cuando algo no se trata, empeora»
Entrevista publicada en El Correo (12/02/2025) / Jesús J. Hernández
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El exdirectivo de BBVA, investigador y secretario de la Comisión Económica de la Universidad de Deusto Luis Ramón Arrieta ha publicado en la revista internacional ‘Riet Journal’ un exhaustivo análisis sobre el impacto económico del terrorismo de ETA.
– Defiende que ninguna economía occidental ha padecido casi seis décadas de terrorismo.
– Así es. El terrorismo aquí duró 52 años; en Irlanda del Norte, 28; y el terrorismo corso, 38, que tuvo sin embargo muy poca actividad. Brigadas Rojas y Baader Meinhof fueron menos años. En el mundo occidental no hay otro caso igual.
– ¿El coste económico es siempre proporcional a la duración?
– El daño estructural tiene mucho que ver con el tiempo. La duración es muy importante porque, si dura mucho, el terror ahuyenta la inversión, tanto externa como interna. En Irlanda, el coste en víctimas humanas fue mucho mayor pero en tiempo fue más breve.
– Muchas empresas y empresarios abandonaron el País Vasco.
– ETA, en sus ‘Zutabes’, de manera repetida durante muchos años, insistía en la necesidad de que sus comandos atentaran contra intereses económicos. En especial, multinacionales y puntualmente franceses. Provocaron así la deslocalización parcial de Michelin, miles de puestos de trabajo que salieron de Euskadi, fundamentalmente de Lasarte en Gipuzkoa. Y, tras el asesinato de Luis Hergueta, el secuestro de Abaitua y el tiroteo al director general George Rouzier, la dirección decide trasladar su central y parte de la empresa que estaba en Lasarte a Valladolid y frena sus inversiones en Vitoria. La localidad guipuzcoana tenía en los ochenta casi 4.000 empleos directos y otros 1.000 indirectos y ahora no llegará a 400. Hay muchos casos de deslocalización estudiados, otro conocido fue el del Banco de Vizcaya, hoy BBVA.
– ¿La situación económica actual tiene que ver con ese daño?
– No todos nuestros malos datos son achacables al terrorismo, pero tampoco contamos con estudios sobre el efecto beneficioso de nuestro Concierto Económico en todo ese tiempo. En todo caso, lo hemos analizado en estos últimos seis meses y vemos que la economía vasca tiene un enorme daño estructural derivado de la duración del terrorismo. El ‘Informe Foronda’ de la UPV/EHU recoge que las empresas vascas sufrían un atentado cada tres días y sabemos que entre 10.000 y 15.000 empresarios y directivos fueron extorsionados y hubo muchos secuestros y asesinatos.
– ¿Hay alguna estimación de ese daño?
– Vamos a los costes directos del daño estructural. Están evaluados. Lo hicieron los peritos del Estado a petición de Garzón en el ‘caso Bateragune’. Tomamos esos costes y los evaluamos hasta el año 2011, aunque no están todos por las empresas que no comunicaban gastos de seguridad. Supera los 25.000 millones de euros en el Estado, con mayor incidencia en el País Vasco. Vamos a los costes estructurales, que son mucho más elevados y nos siguen afectando. En primer lugar hubo una salida enorme de capital humano, los transterrados. Salieron del País Vasco unas 180.000 personas, según el profesor Macarrón, de la CEU San Pablo. ¿Todas por el terrorismo? Seguramente no. Nuestra estimación es que salieron entre 100.000 y 150.000 personas por ese motivo. Más de 30.000 puestos de trabajo de alto valor añadido se perdieron, fundamentalmente en el entorno de Bizkaia.
– La inversión se desplomó.
– La inversión es fundamental. El terrorismo la frena en seco. No viene y una parte se va. Perdimos un 24% del PIB. Amenazar a empresarios hizo que la vocación empresarial cayera de forma importante. Somos penúltimos en emprendimiento de España. Hay otro daño menos conocido pero que está estudiado, y es que el marco de las relaciones laborales se radicalizó en el periodo terrorista. Hay investigadores que mantienen que algunos sindicatos como ELA y LAB tienen todavía tics de esa épica tan dura. También afectó al clima social y hubo una pérdida de valores.
Síndrome de la rana hervida
– Le he escuchado decir que creemos estar mucho mejor de lo que en realidad estamos.
– Seguimos padeciendo ese déficit estructural y, como no lo estamos resolviendo, desde 2011 hasta hoy la economía vasca sigue perdiendo tamaño. Habíamos perdido un 43% de stock hasta 2011 y en 2023 estamos ya en un 49,5%. Y hemos perdido más de 4 puntos de PIB relativo desde entonces. Si tienes una enfermedad y no la tratas, empeora.
– Siempre se pensó que el final de la violencia traería una época de vacas gordas.
– Pensábamos que podría rebotar o crecer intensamente la economía con el final del terrorismo pero como el daño que hicieron es muy estructural, seguimos creciendo menos que los demás. En los años 2022, 2023 y 2024 hemos crecido menos que el conjunto de España.
– ¿Hacen falta medidas urgentes?
– Primero, necesitamos tomar conciencia de nuestra situación. Si no la abordamos con un plan urgente, nuestro futuro está muy comprometido. Es una situación delicada. Hace falta un plan de acción. Sugerimos algo como los planes que lanzó Irlanda del Norte. Si no, nuestra economía va a sufrir mucho y nuestro modelo de autogobierno, el Concierto, puede colapsar. Tenemos que apoyar iniciativas como las de Zedarriak, Cámara Bilbao, Cebek o Confebask.
– La sociedad no da muestras de conocer esta situación.
– Hay un gran desconocimiento porque es una sociedad que vive bien. Tenemos el síndrome de la rana hervida. Vivimos bien pero de forma ficticia, gastando los ahorros del pasado.
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