Intuye lo que sentimos y genera obras capaces de conmovernos, aunque para ella carezcan de significado.
Publicado en Vox Populi (09/09/2025)

Pues resulta que la generación de cultura ya no va a ser un patrimonio exclusivo de la humanidad, esto nunca ha ocurrido hasta ahora. La mal llamada Inteligencia Artificial (IA) ya está creando su propio legado cultural, partiendo tanto de lo generado por los humanos como de invenciones propias, ya sea desde cero o a partir de instrucciones humanas más o menos elaboradas a través de prompts. El cambio es gigantesco, como podemos intuir si pensamos que la IA generará su propia música, sus obras gráficas y sus creaciones intelectuales.
Habrá que replantear todo lo relativo a los derechos de autor y a la propiedad industrial, aunque quizá no siempre tengan la importancia que solemos atribuirles. Para resolver problemas cruciales de la humanidad, lo relevante no será la autoría, sino la solución y la innovación. Incluso para explicar un acontecimiento histórico, satisfacer una curiosidad puntual o elaborar una narrativa literaria, el autor puede ser algo secundario. Muchas veces, lo importante es simplemente el resultado, la solución.
En un hogar del futuro
Tampoco resulta imprescindible la sensibilidad artística del creador humano, pues la IA puede servirse de la nuestra. Gracias al análisis de repositorios inmensos, intuye lo que sentimos y genera obras capaces de conmovernos, aunque para ella carezcan de significado. En un hogar del futuro no tan lejano escucharemos música compuesta por IA, leeremos libros sin autoría humana, contemplaremos cuadros generados artificialmente o escucharemos podcasts diseñados a medida de nuestras preferencias e inquietudes. Sin intervención humana, una nueva realidad.
La gran diferencia entre las tecnologías de automatización y la Inteligencia Artificial es precisamente su capacidad de generar de manera autónoma. Esta tecnología inmaterial ya va dejando en nuestras pantallas ideas, conceptos y creaciones que compiten con el legado cultural de la humanidad. Cabe incluso imaginar que las propias IAs acaben protegiendo sus creaciones con piezas de información no reveladas —como hacía Leonardo da Vinci—, sin las cuales nada funcionaría, o que pretendan monetizar sus logros de manera autónoma estableciendo un nuevo control y una nueva realidad económica.
La cultura digital que ya vivimos mediante la supresión de soportes físicos y la disponibilidad inmediata a través de soluciones tecnológicas no es más que una sombra de lo que se viene
La inmaterialidad de la IA en este temprano estadio de desarrollo también impulsará la explosión de nuevos metaversos: mundos virtuales paralelos que surgirán y desaparecerán, pero con vocación de persistencia, grandes escaparates de realidades inmateriales tan reales para nosotros como el mundo físico, y con consecuencias en nuestra forma de ser, actuar y en nuestra materialidad. Como ya ocurre con los pensamientos o los sueños, que se confunden porque también forman parte de nuestra realidad, aunque no siempre consideremos que es así. Algunos metaversos seguramente exclusivos para las IAs, sin posibilidad de acceso o comunicarnos en los mismos donde se desplegarán estos nuevos ciudadanos sin cabida al ser humano.
Con todo ello comienza una nueva historia. No me atrevo a decir que, de la humanidad, aunque participemos de ella, porque no estoy seguro de que sea una historia humana. La cultura digital que ya vivimos mediante la supresión de soportes físicos y la disponibilidad inmediata a través de soluciones tecnológicas no es más que una sombra de lo que se viene, donde la creación humana y la defensa de nuestra experiencia deben de ser conservados y protegidos. Para ello el contacto humano, la inmediatez con la creación cultural y la búsqueda de la excelencia a través del conocimiento y del estudio serán algunas de las herramientas indispensables.
Rafael CHELALA RIVA
Profesor colaborador de Deusto Business School
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