Hoy he dado dos clases, una de primero de Filología y otra de un posgrado (de Gestión Editorial). La clase de primero es aproximadamente la número 35 (la trigésimoquinta) de este año, de unas cincuenta que daré en total en las aproximadamente treinta semanas en las discurren los dos semestres. La de posgrado es sólo la tercera (de un total de cinco). Dejando aparte otras consideraciones, esta diferencia imprime carácter.
He tenido que salir de clase a pedir a mis alumnos de primero que entraran porque iba a comenzar ya. No parecían tener muchas ganas. Después de varias semanas de mal tiempo, ayer y hoy ha lucido un hermoso y cálido sol de primavera. Así que no me ha extrañado que no tuvieran prisa por entrar.
Les doy mucha autonomía. Quizá demasiada. Compruebo con decepción que no gestionan bien el tiempo, muchos. No todos y en general el desarrollo es bastante satisfactorio. La posibilidad de navegar y chatear libremente en clase es una tentación difícil de evitar… También están las redes sociales. Hoy me han invitado a Tuenti. “¡Ya verás cuánto cotilleo!”
Es por lo menos la quinta red social en la que participo, después de Orkut (Borja Sotomayor), Facebook (Luistxo Fernández), Plaxo (Iraide Talavera, que dentro de dos días cumplirá años) y Nature Network (Mikel Egaña). Las personas que nombro fueron mis anfitriones, si no me falla la memoria. No paso mucho tiempo en ellas. Prefiero otro tipo de servicios, como GoogleReader o del.icio.us.
Participar en una red social complementa bien las prácticas que pido para mis cursos y años antes he tenido entre mis tareas pendientes organizar redes de alumnos. Así que esta participación espontánea la veo bien. Las redes sociales son experimentos muy interesantes de lo que la Web puede dar de sí y yo mismo participo en el proyecto Natouring.net.
¡Horror! ¡Llevo una hora con este artículo! Ciao, hasta otra.