Artículo publicado en Empresa XXI (15/03/2023)
Hace unos días, escuché un debate en la radio entre aficionados a la literatura. El tema de discusión era si las versiones simplificadas de las grandes novelas aportaban, más o menos de lo que restaban.
Lo que aportan, claramente, es la divulgación. Leerse entero “El Quijote” de Cervantes o el “Moby Dick” de Herman Melville, requiere de un esfuerzo y de un tiempo que, para muchas personas, constituye una barrera infranqueable. Yo recuerdo haber leído en la adolescencia los dos libros, pero no desde luego en su versión original… Y sin embargo forman parte de mi paisaje interior (sobre todo Ishmael, que me hace siempre mucha compañía).
Lo que restan, también es evidente. Las grandes obras literarias no han llegado a serlo solo por su argumento esquematizado, sino también por cómo cuentan la historia. El ritmo, el detalle, la forma en la que nos van metiendo dentro de los personajes, es siempre mucho más importante que la trama. Y, perderse esa riqueza, es quedar privado de lo que realmente hace inmortal ese libro.
El debate fue intenso. Desde el que defendía que hasta las traducciones a otras lenguas le parecían odiosas, y recomendaba exclusivamente leer la obra original en el idioma en que fue escrita (aunque para ello sea preciso antes aprender esa lengua), hasta los que defendían a capa y espada la importancia de acercar estas joyas de la cultura al gran público, para que puedan disfrutar hasta donde lleguen.
El debate terminó (no hubo ganadores ni perdedores, como debe ser). Apague la radio para pensar un ratillo en silencio. Recordé también a los cinéfilos que prefieren ver las películas en versión original (aunque no entiendan el idioma y tengan que recurrir a los subtítulos). También recordé la diferencia de leer a Tagore traducido por Zenobia o por cualquier otro… Agradecí la conversación, agradecí escuchar argumentos sin tener necesariamente que tomar partido.
Mis pensamientos vinieron luego al universo de la gestión. He leído a muchos grandes gestores defender que necesitamos en la empresa más personas y más debates del mundo de las Humanidades. Pero sin embargo mi experiencia es que en la empresa normalmente no hay tiempo ni espacio para dedicar tiempo a este tipo de debates…
Con una eterna presión por lo urgente, por la cuenta de resultados, en la empresa acabamos fácil en la versión simplificada, en el resumen ejecutivo, traducido a mi idioma si es posible.
De hablar con las personas mirándolas a los ojos, a hablar con ellas por teléfono, a mandarles un correo electrónico, luego un whatsapp, y ahora un mensaje de voz (perdona, que no puedo sentarme a escribirte un mensaje ordenado, mi tiempo es más importante que el tuyo).
De las reuniones presenciales a las reuniones online (con todo lo que perdemos además de tiempo de viaje, que antes eran refugio para otros pensamientos y otras conversaciones).
De redactar cuidando cada palabra, a decirle a Chat GPT que nos prepare un borrador, y luego ya revisarlo si eso (y si tenemos tiempo).
Me repito muchas veces cada día, para no olvidarlo nunca: “Guiller, no olvides nunca, las empresas no existen, solo existen las personas, sus sueños, sus proyectos, sus miedos y su potencial infinito, todo revuelto porque las personas somos así, revueltas, contradictorias, incoherentes y fantásticas”.
Una empresa es solo un proyecto que comparten un conjunto de personas. He cambiado muchas veces de empresa, cuando el vínculo con el proyecto ya no aguantaba mucho más. Pero siempre he tratado de mantener mi vínculo con las personas con las que he compartido viaje, y siempre ha merecido la pena.
Que siga escribiendo aquí cada quince días tienen la culpa unas pocas personas, que mientras quieran seguir soñando conmigo con este proyecto tan lindo de Empresa XXI, tendrán mi compañía. Tenéis la culpa los que os cruzáis conmigo y, mirándome a los ojos, me decís que os ha gustado o que no os ha gustado lo que escribo.
Cuanto más viejo me hago, más me doy cuenta de que lo único que importa en los viajes, es la compañía. De las personas, me quedo con la versión original. Y creo que todas las empresas del mundo ganarían mucho si se quedasen también con esa versión…
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