Artículo publicado en El Correo – edición impresa (28/12/2023)
En la Gran Vía de Bilbao han estrenado la película de las navidades. Como una saga más de La Guerra de las Galaxias, Liam Young proyecta en la Sala BBK sus ciudades del futuro a través de videoinstalaciones cargadas de imágenes espectaculares y de reflexiones especulativas sobre el impacto del desarrollo de la inteligencia artificial y del cambio climático en el mundo. Una de las instalaciones nos habla del control asfixiante de todos los habitantes de la ciudad a través del desarrollo de tecnología de reconocimiento facial y corporal y cómo los jóvenes del futuro hackean el sistema para defender su libertad para seguir haciendo uso del espacio publico, donde juntarse y divertirse de la manera que se divierten los jóvenes.
Simultáneamente al estreno de ‘Construir Mundos’, la UE aprobaba la primera ley que regula la inteligencia artificial en el mundo. Y la filosofía de la ley y su energía social tiene que ver mu
cho con esos jóvenes que no quieren perder por el camino del desarrollo tecnológico derechos y libertades. El Parlamento Europeo ha señalado que esta ley permite que los derechos fundamentales, la democracia, el Estado de Derecho y la sostenibilidad medioambiental estén protegidos de la IA. Aunque aún no se conoce la ley en su totalidad, se regulan aspectos como que la vigilancia biométrica en tiempo real solo pueda usarse si existe una orden judicial.
La ciudadanía cuando le preguntan en las encuestas por su ciudad ideal no orienta su mirada al desarrollo tecnológico para incrementar el control y la conectividad de la ciudad del futuro. Según datos de Habitantes del Futuro de BBK Kuna, el 70% quiere una ciudad sin tecnologías de reconocimiento facial,
aunque ayuden a incrementar su seguridad. Por otro lado, el 54% quiere que se desarrollen zonas de exclusión digital en las ciudades donde no sea posible conectarse a ninguna wifi y donde no lleguen los datos. La ciudadanía en cambio sí que ve la necesidad de desarrollar refugios climáticos en el futuro, de llenar de verde, parques, árboles y zonas de sombra los espacios comunitarios y de vaciar de coches las ciudades.
En este sentido ambiental también terminamos el año con buenas noticias, aunque no lo parezcan. La COP28 a nivel global marca el inicio del fin de los combustibles fósiles y la UE continúa generando un marco económico, social y político alineado con un modelo de transición energética que no deje a nadie atrás. Los países de la UE se han comprometido a destinar el 30% del presupuesto 2021-2027 y de los fondos Next Generation a proyectos relacionados con el clima. Para garantizar que la transición climática sea equitativa, la UE ha introducido un mecanismo de transformación justa que proporcionará apoyo financiero y técnico a los territorios más afectados por ese tránsito a una economía baja en carbono.
Las películas futuristas de Liam Young ofrecen oportunidades de salvación tanto de la democracia como del planeta, y las instituciones globales -y sobre todo la UE- están asumiendo esos deseos y sueños que están cargados de verde y de rechazo a perder la ética y las libertades por el camino del desarrollo de la inteligencia artificial. En las elecciones europeas de 2024 también nos jugamos est
Deja una respuesta