Artículo publicado en el blog Ekonomiaren Plaza de El Diario Vasco (15/01/2024)
Desde que el 30 de Noviembre de 2022 Open AI lanzara el chatbot ChatGPT, construido sobre grandes modelos lingüísticos, la Inteligencia Artificial (IA) no ha dejado de influir nuestro día a día, tanto a nivel personal como profesional… y parece abrirse un nuevo horizonte que podía transformar nuestra propia esencia como seres humanos. Las especies animales emplean patrones específicos de sonido para identificarse y comunicarse entre sí, y estos patrones los aprenden del mismo modo que los niños pequeños aprenden palabras y nombres, repitiendo los sonidos que emiten los adultos que les rodean. En este sentido, se han comenzado a obtener evidencias que apuntan a que la el machine learning y la IA podrían permitirnos descifrar estas comunicaciones animales, y eventualmente, permitirnos hablar con ellos.
Con el abaratamiento de los sensores y la mejora de tecnologías como hidrófonos, biolocalizadores y drones, la cantidad de datos sobre animales se ha disparado, y se ha llegado a un contexto en el que hay demasiada información para poder ser analizada por biólogos y científicos de manera manual. Como es bien sabido, la IA se nutre de grandes cantidades de información, y los nuevos modelos que se están desarrollando permiten un aprendizaje automático, lo que podría ayudar a descodificar lenguajes que aún no sabemos descodificar.
Son varias las organizaciones sin ánimo de lucro, como la Earth Species Project o la Cetacean Translation Initiative, que están recopilando una amplia gama de datos de diversas especies y creando modelos de aprendizaje automático para analizarlos. Por ejemplo, el Laboratorio de Ornitología de la Universidad de Cornell ya cuenta con una aplicación gratuita basada en IA (Merlin), que identifica a las aves en función de su sonido. Merlin toma la grabación realizada por un usuario y es capaz de identificar su especie. A continuación, compara esta suposición con eBird, otra base de datos de Cornell, que permite asegurarse de que se trata de una especie que cabría esperar encontrar en la ubicación del usuario. Otro ejemplo puede ser el del modelo de IA desarrollado por Con Slobodchikoff, autor del libro “Chasing Doctor Dolittle: Learning the Language of Animals”, destinado a traducir las expresiones faciales y los ladridos de los perros para dotarles de información a sus dueños.
Descifrar las vocalizaciones y su vinculación con los movimientos de los animales podría contribuir a su conservación y bienestar (i.e., comprender mejor lo que las especies animales necesitan, o identificar a especies que están en peligro), pero también podría tener consecuencias sobre nuestro propio ser, ya que permitiría observar nuestra propia realidad desde un prisma hasta ahora desconocido (i.e., lo que las especies animales opinan de nosotros). Sin embargo, también puede conllevar una serie de externalidades no deseadas. Por ejemplo, la IA se podría utilizar para la pesca de precisión, o para que cazadores furtivos puedan localizar animales en peligro de extinción, imitando sus llamadas para atraerlos.
Los desarrollos actuales están aún lejos de poder ofrecer una vía de comunicación robusta a corto plazo, pero es algo que parece estar en el horizonte próximo. Esperemos que a pesar de que todavía haya gato encerrado, esta búsqueda de los tres pies al gato, facilite que no nos llevemos como el perro y el gato, y podamos finalmente llevarnos el gato al agua.
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