Como siempre, las buenas políticas industriales deben tener una doble orientación…
Artículo publicado en Empresa XXI (01/02/2024)
Fieles a la cita anual de Davos, líderes de países y multinacionales han acudido a la convocatoria del World Economie Forum en esta aldea suiza para debatir sobre las claves de la economía global (del 15 al 19 de enero, un poco antes de lo habitual).
Entre los muchos informes que se han presentado en este foro, me ha parecido de interés el titulado «La nueva era de las estrategias industriales: afrontar grandes desafíos mediante la colaboración público-privada», publicado por Cambridge Industrial Innovation Policy en colaboración con la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (ONUDI).
En el documento se proponen los cinco grandes desafíos que están dando forma fundamentalmente al futuro de las estrategias industriales: la sostenibilidad ambiental, la resiliencia de la cadena de suministro, la ampliación y adopción de tecnología, asegurar las habilidades futuras de la fuerza laboral y vincular el valor social y empresarial. En cada uno de estos retos, se exponen ejemplos concretos y se estudian buenas prácticas, siempre orientadas al diálogo y la colaboración entre los sectores público y privado.
Como siempre, las buenas políticas industriales deben tener una doble orientación: tratar de crear las condiciones adecuadas para que se desarrollen nuevas actividades industriales y, al mismo tiempo, velar para que las fábricas ya existentes se vayan adaptando a una realidad siempre cambiante.
De entre estos cinco retos, creo que el más relevante en este momento es el que se refiere al empleo. Me gustó mucho la conferencia que pronunció hace unos días en Bilbao uno de mis economistas favoritos, Antón Costas, que reflexionaba sobre el error que había cometido la ciencia económica al enfocarse prioritariamente a la satisfacción del cliente y a la mejora de la actividad empresarial, dejando el empleo como un factor de producción, una variable al servicio de objetivos más importantes.
Me hizo pensar cuando diagnosticaba como una de las principales razones de la desesperanza en la sociedad, precisamente la evolución reciente de los empleos, cada vez más lastrada por la incertidum-
bre, la movilidad geográfica y, en el caso de los jóvenes, por niveles de ingresos que no permiten su emancipación.
Si el trabajo no nos permite levantar la mirada y tener una cierta estabilidad, nuestra filosofía vital se vuelve también cortoplacista. Algo que nos está pasando a todas las personas, pero de forma más intensa a los que acaban de llegar a este circo. Así que sube la rotación en los empleos y baja la natalidad: el empleo ha dejado de ser un ancla, y se ha convertido en una cometa que va donde la lleva el viento.
Si quieres leer al original, te recomiendo el artículo que el propio Antón Costas ha publicado también en enero, desarrollando estas ideas. Se titula «Contra la desesperanza, un contrato social para los buenos empleos». Tanto en la conferencia como en el texto, el Presidente del CES viene a decir que estamos a tiempo de arreglar este problema, y propone además recetas muy concretas para hacerlo. Le dejo un momento el teclado:
«En la etapa de producción hay que extender la figura europea de garantía de empleo para toda persona que quiera trabajar y tenga las condiciones para hacerlo. Una garantía financiada centralmente y desarrollada localmente. En esta etapa la cercanía entre empleadores y trabajadores es esencial para el éxito de las políticas activas de empleo. Y también para ampliar la formación dual profesional y universitaria, La formación dual es la celestina que precisa la economía española para emparejar la necesidad que tienen las personas de tener buenos empleos con la necesidad que tienen las empresas de tener buenos trabajadores. La etapa de la producción es también el lugar adecuado para que las empresas dialoguen y acuerden cómo utilizar las nuevas tecnologías para capacitar a los
trabajadores y aumentar su productividad, no para sustituirlos. Necesitamos además una política industrial para los servicios, que mejore la productividad de los trabajadores de estos sectores.
Ya ves que un poco más y me escribe todo el artículo Antón Costas… Me parece que acierta mucho en su diagnóstico y en su receta de las políticas que deben desarrollarse desde la colaboración púbico-privada. El Reino Unido ya juntó en su momento los Departamentos de Industria y Educación (Business & Skills, lo llamó).
Una idea para reflexionar…
gdorronsoro@zabala.es
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