La ingeniera informática por la Universidad de Deusto, que trabaja en el estudio El Ranchito, habla sobre la labor del ‘pipeline’ en las grandes producciones audiovisuales.
Artículo publicado en El Correo (10/03/2024)
Para hacerse una idea del despliegue técnico que conlleva una superproducción como ‘La sociedad de la nieve’ basta mencionar que el director Juan Antonio Bayona contó con una especie de videojuego en los que se recreaba la zona de los Andes donde se produjo el accidente aéreo de 1972. De esa manera
podía ver y planificar diferentes escenas y conocer más a fondo el decorado. Aquella aplicación fue obra de El Ranchito, un prestigioso estudio madrileño con hasta diez Goya -el último por la desgarradora historia del accidente- y dos premios Emy por los efectos visuales de episodios de ‘Juego de tronos’ y ‘Después del huracán’. Con la última película de Bayona, que opta a dos estatuillas en la gala de los Oscar, se refuerza aún más la marca de una compañía que cuenta con una vitoriana entre sus filas, Izar Urcelay.
«A algún compañero de El Ranchito también le han preguntado si va a ir a la gala de los Oscar. «¿¡Cómo vamos a ir nosotros a los Oscar!?», cuenta. Esta ingeniera informática por la Universidad de Deusto -con un largo historial en el mundo de la animación y los efectos visuales- ha formado parte de la gran ‘sociedad’ detrás de uno de los fenómenos cinematográficos del año. Pero no en la primera línea. Su nombre aparece en los títulos de crédito. En el apartado de ‘procesos’ junto a otros siete profesionales. Antes que nada aclara que ese rol es «más técnico que artístico».
¿En qué consistió su trabajo? En crear y actualizar un sofware, una serie de programas que sirvan de «soporte técnico para sacar adelante todos los fotogramas e imágenes». En realidad es una labor informática necesaria para que las grandes producciones audiovisuales lleguen a buen puerto. «Por ejemplo, hacemos programas en los que al animador le sale una ventana con personajes y objetos (el principal, el secundario, el avión..) y con esa versión los animan, iluminan, etc.», ahonda esta vitoriana que cuenta con un máster en 3D en la antigua escuela Sintesys en San Sebastián. Su labor se conoce en el sector como ‘pipeline’ y ‘3D rigging’, términos que a la mayoría puede resultarnos alejados. «Todo el mundo quiere que le digas que has hecho la flor, el árbol o el avión, pero solemos hacer una labor que no se ve directamente en el pixel».
Urcelay lleva casi un lustro trabajando en El Ranchito. Recurre a una imagen fabril para simbolizar
la gran cantidad de implicados en producciones del más alto nivel como ‘Halo’, ‘Stranger Things’ o ‘Extraña forma de vivir’. «Soy una más de la cadena que ha trabajado en la película. Al final somos los obreros», explica Urcelay, que teletrabaja desde Vitoria.
Acerca de los orígenes de su interés por este sector explica que desde pequeña tenía inquietud artística -le encantaba dibujar- y se le daban bien las matemáticas. «Era una niña estudiosa», reconoce. Para ella, la animación conjugaba dos de sus interés: la tecnología y el arte. «Siempre tuve claro que no quería dedicarme a hacer informática pura y dura». Su perfil como ingeniera informática en realidad no es habitual en el sector, ya que buena parte procede de la «rama cinéfila y otros muchos de la rama del cómic», explica.
Antes de entrar al reconocido estudio madrileño trabajó con Zinkia, Filmax y Hampa Studio, así como en títulos como el documental ‘2001: Destellos en la oscuridad’ o la película ‘Copito de nieve’. Entre los proyectos más populares se encuentra la serie ‘Pocoyó’, donde ideó una tecnología que permitía moverse a los personajes. «¿Pero Pocoyó tiene esqueleto? Pues sí. Estuve muchos años trabajando en la construcción de personajes y en las estructuras internas de los personajes», comenta.
Su nombre en Álava figura junto al de otras grandes profesionales de la animación como Maite Ruiz de Austri, pionera y ganadora de dos Goya; Myriam Ballesteros, presidenta de la Asociación de Mujeres en la Industria de la Animación o Sonia Estévez, multipremiada por ‘Txotxongiloa’. «Dirigen y mueven proyectos. Eso es mucho más complicado», dice con admiración y salvando las distancias. Lo que sí reconoce es un sector masculinizado. «Muchas veces he sido la única mujer en mi departamento».
El próximo jueves da una charla en la Escuela de Arte y Superior de Diseño Pública (Idarte). Entonces se sabrá si la avalancha de premios de ‘La sociedad de la nieve’ suma un Oscar. «Si Bayona se lo lleva será muy positivo también para El Ranchito y también para que se den a conocer roles de desarrollo como el mío. Hay mucha tecnología detrás de cada plano».
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