Pensaba en ello cuando leía unos artículos sobre las nuevas «carreras líquidas»…
En la literatura o en el cine, se utiliza el término «narrador sospechoso» para describir la figura de quien nos va explicando la historia, pero desde un punto de vista muy subjetivo (hasta el punto de deformar la realidad). Nos cuenta su versión de la historia, sesgada por su forma de entender el mundo, o por su interés. El término fue sugerido en 1961 por Wayne C. Booth en «La retórica de la ficción».
A veces este recurso queda claramente explicitado desde el principio, como en «Forrest Gump» (Zemeckis, 1994). La forma de hablar del personaje, lo que cuenta, nos deja claro que la perspectiva del narrador es singular, condicionada en este caso por la ingenuidad de un niño en la cabeza de una persona que se va convirtiendo en adulta, sin llegar a entender nunca del todo lo que va sucediendo a su alrededor.
En otras historias nos enteramos al final, después de haber estado pensando todo el rato que la historia que nos contaban era la correcta. En «Sospechosos habituales» (Singer, 1995) el personaje interpretado por Kevin Spacey cuenta la historia de un atraco y un criminal misterioso. A lo largo de la película, parece que se trata de un testigo veraz, mientras va explicando lo sucedido a la policía. Solo en la última escena descubrimos la verdad…
He vuelto a ver hace poco «Como la vida misma» (Fogelman, 2018). Una de sus protagonistas, Abby (fantástica Olivia Wilde) escribe una tesis doctoral que viene a explicar que, en realidad, absolutamente en todas las historias, inevitablemente, el punto de vista de quien las narra es parcial, condicionado por su perspectiva.
Siguiendo con ese razonamiento, Abby se pregunta si la vida que vivimos cada persona podría ser quizá la única narradora fiable, puesto que la acción transcurre delante de nuestros propios ojos, sin nadie que nos la interprete o la explique. Pero al final llega a la conclusión central de su tesis: «La vida misma también es completamente sospechosa porque constantemente nos desvía y nos engaña y nos lleva en este viaje donde es literalmente imposible predecir hacia dónde irá a continuación… La vida es, en realidad, la narradora sospechosa por excelencia.»
Pensaba en ello cuando leía estos días algunos artículos sobre las nuevas «carreras líquidas» en el ámbito profesional. El término viene a describir la realidad cada vez más frecuente que nos obliga a reinventarnos, a adaptarnos a exigencias nuevas en las que nuestra experiencia, los conocimientos o competencias adquiridas, tienen un valor cada vez más relativo, y lo más relevante es la capacidad de adaptarse.
Todos somos «narradores sospechosos» cuando escribimos nuestro Curriculum Vitae. Elegimos relatar la pare de nuestra historia que nos parece que nos posiciona mejor para que nos contraten. Somos claramente parciales, contamos lo que nos parece que nos favorece en la historia de nuestra vida que nos contamos a nosotros mismos o a quien nos entrevista.
Pero luego está la vida misma, esa que va contando quiénes somos en realidad, qué buscamos, cómo todo eso va encajando en el universo profesional, siempre en movimiento. Su relato es muy diferente al nuestro. Caótico, impredecible, revuelto, despistado y quizá un poco despiadado a ratos. Oigo a menudo que nuestro relato y el de nuestra vida era antes más sencillo de encajar. Con esto de las carreras líquidas, todo se ha complicado un poco…
Tiendo a pensar, como Abby, que la vida y la carrera profesional siempre han sido y seguirán siendo «narradoras sospechosas». Nos van contando una historia que nos parece que tiene algún sentido hasta que, de repente, todas las luces se apagan y nos quedamos a oscuras, la vida nos derriba. Da
igual si es en lo profesional o en lo personal. La madre de Forrest Gump se lo explicaba parecido «La vida es como una caja de bombones, nunca sabes cuál te va a tocar».
Otra de las protagonistas de «Como la vida misma» nos explica cómo salir de ese laberinto: «Así es la vida, eso es lo que hace. Te pone de rodillas y a veces la caída es más dura de lo que imaginas. Pero si te pones de pie, y sigues adelante, y vas solo un poco más allá, siempre vas a encontrar el amor».
Creo que acierta en el consejo. En la carrera profesional, y también en la vida. Las dos, narradoras sospechosas ¿verdad?
gdorronsoro@zabala.es
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