Artículo publicado en El Correo (03/03/2025)

Comenzaremos por asignar un significado a palabras tan exóticas como praseodimio, holmio, tantalio, terbio o disprosio. Vecinos en la tabla periódica, en realidad estos títulos impenetrables responden a tierras o minerales también llamados ‘raros’ (MR). Hoy tienen luz propia, como la tuvieron en su momento el uranio o el plutonio en el desarrollo de la energía atómica.
A pesar de su nombre, los MR no son particularmente raros o difíciles de encontrar en la corteza terrestre. Sin embargo, los depósitos económicamente rentables son limitados, y China ha dominado históricamente la producción. China no solo mina, sino que procesa el 90% de los minerales raros globales, incluyendo el 99,9% de los raros pesados, lo que refuerza su con trol. En diciembre de 2023, China prohibió la exportación de tecnología de extracción y separación, buscando consolidar su posición.
La prevalencia monopólica del Gran Dragón se ha agudizado al decretar las aduanas chinas contingentes y tasas a la exportación de estos elementos en una nueva política de acumulación de reservas estratégicas. Por otro lado, los procesos de excavación y proceso de los minerales, altamente tóxicos, han contado con una tolerancia absoluta en el ordenamiento del gigante asiático frente a las más estrictas regulaciones medioambientales de occidente. A Trump, obviamente, no le gusta esta parcela de liderazgo en manos chinas.
La siguiente pregunta hace relación a la relevancia de estos minerales para el sistema productivo de nuestros días. La respuesta es que millares de productos adicionales de uso cotidiano contienen cantidades reducidas de alguno de estos oscuros elementos químicos del planeta. Las baterías recargables necesitan lantano, mientras que los cristales de las televisiones planas requieren cerio. Los sistemas de escape de los automóviles contienen rodio, y los motores magnéticos de alto rendimiento precisan neodimio y disprosio. Todos ellos tienen propiedades magnéticas, luminiscentes y electroquímicas cruciales para la miniaturización, las aplicaciones láser y la eficiencia energética. Los precios varían desde la monacita, un fosfato que contiene lantánidos como cerio, lantano y neodimio, que se cotiza a 5.112 dólares el kilogramo, por 336 dólares el de tantalio, o 200 dólares el de terbio. En pocas palabras: billones de dólares de productos de tecnología punta que serían imposibles sin la existencia de los MR.
La existencia de estos minerales y su valor estratégico han estado en boca de todos días atrás como consecuencia de los movimientos frenéticos que el déspota que se hace llamar Donald Trump ha activado para tener acceso, negociado o no, al 50% de la explotación de minerales, tierras raras, gas y petróleo de Ucrania, cristalizado en un ‘memorando de entendimiento’. El trato supondría un incentivo para que EE UU siga protegiendo a Ucrania, ya que así protegerá también su inversión. Pero son solo buenos deseos, en parte ya rebajados públicamente por el mandatario americano.
El acuerdo-marco, finalmente consensuado y que debía firmarse el viernes por la mañana, contempla un ‘Fondo de inversión para la reconstrucción’ en el que ambos países participarán mediante una propiedad conjunta, al que Ucrania aportará el 50% de los ingresos provenientes de la monetización futura de los recursos minerales de propiedad estatal, incluidos el petróleo, el gas, y la logística asociada. El fondo invertiría en proyectos en Ucrania, bajo la gerencia de la Casa Blanca. La contribución estadounidense al fondo no se especificaba en el documento-marco.
Pero todo ha quedado en agua de borrajas. El pretendido consenso fue dinamitado y sustituido por una encerrona tabernaria perpetrada el viernes en el Despacho Oval, en la que Zelenski recibió un trato vejatorio inimaginable, tanto por parte del presidente como por el vicepresidente. Zelenski abandonó la Casa Blanca, en la que llegó a ser acusado delante de las cámaras de ‘jugar con una tercera guerra mundial’, cancelándose sucesivamente la ceremonia de firma y la conferencia de prensa planificadas. «Le faltó el respeto a los Estados Unidos de América en su preciada Oficina Oval. Puede regresar cuando esté listo para la paz», manifestó cínicamente Trump en redes sociales.
Este final indigno e inesperado pone en tela de juicio el apoyo militar y político que la administración Trump prestará a Kiev a partir de este momento. Pierden Zelenski, Ucrania y la democracia. Gana puntos el agresor, un dictador inmisericorde llamado Vladimir Putin. Europa tiene ahora la palabra.
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