Recordaba hace unos días el título del famoso libro de Joffre Dumazedier en el que se preguntaba si nos encaminábamos «Hacia una civilización del Ocio». Parece evidente la importancia empresarial, económica y social que el ocio ha logrado en los 40 años transcurridos desde la publicación de este libro. Tanto por la importancia de las industrias del ocio (pensemos solo en la importancia económica de uno solo de sus ámbitos como puede ser el turismo) como por la valoración individual y social del mismo e incluso por el reconocimiento de su potencial como factor de crecimiento y desarrollo personal y social podríamos pensar que estamos muy cerca de ser esa civilización del ocio a la que se refería Dumazedier.
Pero quizá deberíamos pensar en si estamos más cerca de una sociedad del espectáculo, el consumo y la homogenización que del verdadero ocio. Es muy interesante reflexionar sobre lo que plantea George Ritzer en su libro titulado La McDonalización de la sociedad (muy interesante este resumen). ¿Dónde queda el individuo en estas propuestas masivas? ¿Cómo reaccionamos ante el consumo? ¿Dónde está el respecto a las características específicas de cada individuo, grupo social o comunidad? ¿Dónde queda las posibilidades de desarrollo y crecimiento que ofrece el ocio?.¿Es posible convertir todo en espectáculo, consumo y sociedad única?
Parece necesario no solo hablar o reflexionar sobre si estamos en una civilización del ocio, sino de que ocio estamos hablando. De conocer cuáles son sus características y elementos necesarios para que pueda convertirse en elemento de desarrollo y crecimiento tanto social como personal. Más allá de si estamos en una civilización del ocio o vamos hacia ella, es necesario detenerse a reflexionar sobre hacia qué tipo de ocio y por extensión de civilización del ocio nos estamos encaminando y sobre todo hacia cuál es la que queremos dirigirnos.
Charlie Brown says
Guay, pero molarÃa que lo desarrolases un poco más y te mojarás un poco…