En el número 3 de la Revista Mal-estar e Subjetividade Yolanda Lázaro, Coordinadora de Formación Permanente de Estudios de Ocio, ha escrito el artículo Aprender Disfrutando. Una experiencia de ocio para adultos/mayores en la Universidad. El resumen del artículo dice:
Actualmente nos encontramos en un momento donde los programas y sistemas educativos y de formación deben adaptarse a los cambios y dinámicas que este nuevo siglo está imprimiendo a la sociedad. Todos estos cambios tales como la mayor esperanza de vida, el desarrollo del ocio personal y colectivo como elemento de la calidad de vida y la posibilidad de conciliar la enseñanzaaprendizaje con el desarrollo laboral, la familia y el propio ocio, hacen que los entornos y sistemas educativos deban flexibilizarse. Y la Universidad como parte de todo este cambio social, debe estar presente, favoreciendo la enseñanza-aprendizaje a lo largo de la vida de los individuos sin tener en cuenta la edad como elemento discriminador. Diversas investigaciones, tal y como dice Withnall, A. (2002), ponen de manifiesto que la participación en espacios de aprendizaje para las personas adultas mayores tiene consecuencias positivas como la satisfacción con uno mismo, el mantener la mente activa, la estimulación intelectual, el placer y el disfrute. Es decir, promocionan la autonomía personal, mejoran la calidad de vida en todos sus niveles y constituyen un importante compromiso en la construcción de una sociedad para todas las edades. A lo largo de las siguientes páginas nos acercamos a los programas formativos para adultos/mayores desarrollados en las Universidades entendiéndolos como experiencias de ocio para este colectivo. Así, en primer lugar, se hará una aproximación a las personas mayores en la sociedad actual mostrando unas cifras que, sobre este colectivo, se manejan en el Estado Español, para continuar con una breve delimitación e historia de los programas universitarios de mayores. El artículo sigue avanzando sobre qué se entiende por experiencia de ocio, y los beneficios que ésta proporciona, para acabar reflexionando sobre si estos programas constituyen una experiencia de ocio para quienes los cursan.