Las empresas que incorporan la ética son más rentables y competitivas porque resultan atractivas y atraen talento. Esta es una de las conclusiones a la que llegaron ayer los presidentes de Cebek y Adegi, Carolina Pérez Toledo y Eduardo Junkera, respectivamente, en el evento de celebración del V aniversario de Directica, la comunidad de aprendizaje ético aplicado a la función directiva promovida por el Centro de Ética Aplicada (CEA).
Pérez Toledo y Junkera abrieron este encuentro, celebrado en el campus de Bilbao de la Universidad de Deusto, y que fue presentado por Javier Arellano, decano de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas. Los representantes de las patronales abordaron dinámicas que las asociaciones que presiden llevan a cabo para fortalecer éticamente el tejido empresarial y las necesidades que aprecian para que las organizacionales integren la ética. El diálogo fue moderado por Peru Sasia, responsable de Transferencia del CEA.
Carolina Pérez Toledo constató que la ética ha dejado de ser ese cajón en el que se guarda el código ético y el cumplimiento de la normativa, para trascender a todas las acciones que llevan a cabo las empresas. Destacó que las empresas han dejado atrás una cultura «paternalista» y están cambiando a una forma de dirigir más transversal y horizontal en la que la ética juegue un papel importante. “Las empresas nos hemos dado cuenta de que la ética no sólo hay que cumplirla por normativa, sino que además es rentable”, añadió, y puso como ejemplo el informe que indica que las empresas con más mujeres en la dirección son más rentables.
Pérez Toledo coincidió con Eduardo Junkera en que incorporar la ética en las empresas implica un cambio cultural. Y eso es “lo que más cuesta hacer”, la resistencia a los cambios es muy común. Y exige, en cualquier caso, el apoyo de la propiedad para que se lleve a cabo, explicó Junkera.
La lucha por el talento
El presidente de Adegi destacó que hoy en día las empresas, sobre todo las del sector industrial, no pueden competir por tener una mano de obra barata. Lo hacen con productos y servicios de alto valor, basados en la tecnología, que requieren el conocimiento y el talento de las personas. Por ello, la captación de talento es “un aspecto crítico” que supondrá una de las “mayores luchas” que las compañías van a tener que afrontar en los próximos años.
Las organizaciones que quieran talento «deberán ser lo más atractivas posibles» para que las personas quieren trabajar y permanezcan en ellas. En este sentido, apostó por una nueva cultura de empresa que cree condiciones para que cada persona pueda desarrollar su proyecto personal, sea feliz y encuentre un sentido a su trabajo y al proyecto de la compañía.
Esto implica que las organizaciones cambien “su paradigma”, de manera que sean conscientes de que “su misión no es maximizar el rendimiento para la propiedad y los accionistas, sino que tienen una misión social, porque viven de facilitar soluciones para cubrir necesidades sociales”.
“Estamos hablando de cambiar una cultura que, efectivamente, tiene que basarse en valores, valores que tienen que convertirse en costumbres y comportamientos. Entonces podemos decir que han cuajado esos valores”, añadió. Aseguró que “la empresa que consiga que sus personas crean firmemente en el proyecto empresarial, esa empresa va a tener un elemento de competitividad adicional”.
La resistencia al cambio
Junkera reconoció que el cambio cultural “no es fácil” y puede llevar “procesos bastante largos” en los que es imprescindible que la propiedad sea la primera en admitir el cambio. Por ello, Adegi está impulsando un proyecto para el cambio cultural denominado Fabrika. Se trata de un centro de alto rendimiento para la transformación cultura de las empresas a través de sus personas.
Por su parte, la presidenta de Cebek consideró necesaria una colaboración público-privada, que tantos los centros formativos como las instituciones apoyen a las empresas y les ayuden a desarrollar estas reflexiones.
“Las empresas estamos muy interesadas en que esta reflexión sea no sólo nuestra, sino de toda la sociedad, de cada consumidor. De hecho, ya hay ejemplos de contabilidad social en empresas, en la que se miden los impactos que la actividad tiene en la sociedad”, explicó.
El evento continuó con un diálogo entre tres directivas que participan en Directica que fue moderado por Cecilia Martínez Arellano, coordinadora de esta comunidad de aprendizaje. Las directivas explicaron qué implica integrar la ética en la gestión desde su propia experiencia profesional.
La transformación cultural sí puede medirse
Izaskun Armentia, manager en precios de transferencia global de BBVA, apostó por formar a los equipos en competencias éticas. “Tenemos muy buenos financieros, fiscalistas, pero necesitan tener integradas estas competencias en dilemas éticos, que lo aterricen en cuestiones concretas”, indicó. Hizo hincapié en que la transformación cultural debe y puede medirse, para lo que es necesario establecer indicadores, tal y como han llevado en el Área Financiera de BBVA.
Miren Fernández, directora de RRHH de Mutualia, destacó el proceso de formación y consultoría en ética que ha desarrollado su organización. Un proceso en el que la ética personal y profesional tenían que hacer match y que eso se percibiera en la sociedad. Fernández aseguró que “para cambiar una cultura tiene que haber una hoja de ruta, una estrategia, metodología y orientación a resultados”.
Por su parte, Leire Solozobal, de la cooperativa Artez, citó algunos elementos clave para una cultura ética: la transparencia, los espacios de reflexiones conjunta, compartir valores y una formación para orientar a las personas hacia el bien común. ”Si eso no se da, ¿cómo voy a ser consciente de que en mi organización puede existir un dilema ético? La ética es algo transversal, es parte de la gestión y no puede ser un añadido”, concluyó.
Las tres coincidieron en que la toma de decisiones es “el momento de la verdad” en las empresas. Y que con formación ética “es más fácil tomar decisiones justas, más honestadas y orientadas al bien común, entender las implicaciones qué implicaciones pueden tener”.