Miembros del Centro de Ética Aplicada de la Universidad de Deusto y de Markkula Center for Applied Ethics (Santa Clara University) han analizado qué condiciones favorecen que la ética se integre en las organizaciones. Han estudiado, para ello, diferentes experiencias de gestión de la cultura organizacional en Estados Unidos y España. Las conclusiones han sido publicadas en la revista Business Horizons.
Los resultados de la investigación apuntan a que existen ciertos patrones que influyen en que se pueda dar una cultura organizacional centrada en valores éticos. Son patrones relacionados con las condiciones presentes en las propias empresas, sus elementos culturales y capacidad para aprovechar las oportunidades que se presentan para promover una cultura ética.
Condiciones propicias
La primera condición que facilita que las empresas aprovechen estas oportunidades es que se consideren a sí mismas agentes responsables ante la sociedad, esto es, que tengan conciencia y acepten que ejercen un papel más allá del económico.
Un segundo factor es que exista un respeto a la autonomía moral de las personas que integran la organización y un clima de confianza mutua. El tercer factor es que tengan capacidad para llevar a cabo procesos de deliberación ética a la hora de dirimir cuestiones con implicaciones éticas.
Las competencias éticas de los directivos y los empleados también aparecen como elementos claves para que las organizaciones puedan incorporar las cuestiones éticas como un elemento habitual dentro de los debates y decisiones empresariales.
La importancia de la cultura organizacional
La publicación recuerda que el enfoque predominante de la gestión de la cultura empresarial se ha centrado habitualmente en la alineación de valores entre el empleado y la organización.
Este estudio, sin embargo, se centra en el nivel organizacional “por su efectividad a la hora de construir una cultura ética compartida”. “La cultura influye en el grado en que la ética se integra en una organización. Tiene por tanto sentido que la gestión intencional de la cultura sea una estrategia adecuada para promover la ética”, razona.
El trabajo incluye entrevistas a 18 personas con funciones directivas que participan de manera habitual en foros de discusión ética promovidos por ambas instituciones universitarias. En el caso del Centro de Ética Aplicada, tomaron parte en el estudio directivos y directivas miembros de Directica, la Comunidad de Aprendizaje de Ética y Empresa.
La investigación ha sido desarrollada por Cecilia Martínez Arellano y Peru Sasia, del Centro de Ética Aplicada, y Ann Skeet, de Markkula Center of Applied Ethics.