El debate sobre el papel social de las empresas y cómo puede el Gobierno y la sociedad exigirles responsabilidades está de actualidad a raíz de las subidas del precio de la electricidad. Cecilia Martínez Arellano explica una propuesta del equipo de investigación de ética organizacional para explorar nuevas formas de relación entre sociedad y organizaciones. El marco de la Empresa ciudadana.
*Vídeo de la entrevista al final de la noticia
¿Cómo es una empresa que se considera ciudadana?
En el Centro de Ética Aplicada utilizamos como noción de ciudadanía aquella que entiende que la empresa es miembro de la sociedad. En cualquier comunidad social, sus miembros están interconectados y son interdependientes. Eso significa que la empresa entiende que su proyecto tiene éxito en la medida en que contribuye a mejorar su comunidad, su sociedad.
Y por eso, lo que hace, o cómo participa, es para contribuir a esa mejora social. Tiene que cumplir la ley, pero no sólo. Tiene responsabilidad respecto a cuestiones como la igualdad entre los hombres y las mujeres, el cuidado del medioambiente, o la resolución de problemas sanitarios, educativos o tecnológicos que afronta la sociedad.
¿Qué relación guarda el modelo de empresa ciudadana con la RSC?
Yo creo que más bien el modelo de empresa ciudadana es un horizonte al que se podría transitar desde el modelo actual de Responsabilidad Social Corporativa. De hecho, la ciudadanía empresarial en sí misma es una corriente dentro de las teorías y las prácticas de responsabilidad social de las empresas.
«Las pymes no pueden realizar grandes donaciones pero sí pueden vincularse a su territorio»
¿En qué se diferencia de la RSC tradicional?
Los sistemas de responsabilidad social tradicional se centran, sobre todo, en programas de gestión de impactos o de actividades de filantropía que, a veces, no tienen nada que ver con el negocio de la empresa. Es una manera de entender la responsabilidad en la que la propia empresa define de qué es responsable y ante quién se hace responsable.
El marco de la empresa ciudadana plantea la responsabilidad como una corresponsabilidad con el resto de los miembros de la sociedad en la que la organización opera. Esto nos parece que es más adecuado para las pymes, porque una pyme difícilmente podrá hacer grandes donaciones, o grandes programas de responsabilidad social, pero sí se puede vincularse a su territorio, promover planes de igualdad o proyectos culturales en su municipio.
Si nos fijamos en lo que ha pasado en la pandemia, muchas de estas empresas han replanteado sus líneas productivas para dar respuesta a un problema que teníamos, fabricando mascarillas o sistemas de protección para los sanitarios.
¿Cuál es el mayor reto para que las empresas puedan contribuir al bien común?
Yo pienso que el mayor reto es generar las condiciones de contexto para que la empresa puedan realmente comportarse como ciudadana. Que haya contextos legales, políticos y sociales que le motiven para transitar, para convertirse en una buena ciudadana. Por ejemplo, aquí en el País Vasco que tenemos una legislación que favorece el modelo cooperativo, hay una cultura de mayor participación de la empresa en la sociedad. Hay elementos culturales, tanto normativos como de la cultura del lugar, que favorecen eso.
«¿A quién premiamos cuando utilizamos solamente como criterio el precio a la hora de comprar?»
¿Es necesario por tanto un cambio en la sociedad?
Sí, el potencial del modelo de la Empresa ciudadana es que exige, no sólo que cambie la empresa, también que cambie la sociedad. Y que cambie la manera en la que la empresa y la sociedad se relacionan.
Debemos transformarnos como comunidad social. ¿Cómo nos comportamos el resto de agentes sociales? ¿Qué criterios usamos para comprar? Porque si utilizamos el criterio del precio, las empresas que se comportan de forma más responsable, normalmente, asumen desventajas competitivas. ¿A quién premiamos cuando utilizamos solamente como criterio el precio?