Es una pieza clave en el impulso de nuevos proyectos empresariales y en la transformación de sectores económicos.
Artículo publicado en Empresa XXI (01/03/2025)

Cuando se habla de innovación, nos suele venir a la cabeza el desarrollo de nuevos productos o la mejora de procesos, con avances tecnológicos que pueden transformar sectores enteros. Sin embargo, la innovación también puede y debe aplicarse a otros ámbitos de la empresa, como por ejemplo la gestión financiera, especialmente en lo que respecta a la financiación de proyectos futuros. Esta financiación no solo es crucial para nuevas empresas emergentes sino también para abordar la creación de nuevas áreas de negocio dentro de empresas ya establecidas.
Las empresas, ya sean de reciente creación o con una trayectoria consolidada, requieren recursos financieros para explorar nuevas oportunidades, que siempre requieren invertir. Sin embargo, la financiación tradicional a través de la banca comercial o los mercados de capitales no siempre es la solución idónea, especialmente en proyectos de innovación donde el riesgo es mayor y los retornos pueden no ser inmediatos. Es en este contexto donde la innovación financiera juega un papel fundamental.
Conscientes de esta necesidad, las administraciones públicas han ido desarrollando herramientas específicas para apoyar la innovación, con el objetivo de reducir el riesgo y fomentar la inversión en proyectos de futuro. Hay instrumentos en la administración autonómica, estatal (ICO) y de la UE, en la que el Banco Europeo de Inversiones (BED) juega un papel clave en la financiación de la innovación.
También es relevante el papel del Consejo Europeo de Innovación (EIC), que proporciona subvenciones y equity a startups y pymes con alto potencial de crecimiento. Además, los fondos de cohesión han articulado nuevas oportunidades de financiación para proyectos innovadores, que tiene pinta que en la nueva etapa de la Comisión Europea quedarán fuertemente reforzados.
Junto a la financiación pública, los fondos privados desempeñan un papel esencial en el ecosistema de innovación financiera. Fondos de capital riesgo, business angels y plataformas de crowdfunding han permitido la materialización de proyectos que, de otra manera, tendrían dificultades para acceder a recursos financieros.
El venture capital ha evolucionado en los últimos años, con fondos especializados en deep tech, biotecnología y transición energética. A su vez, la aparición de fondos de impacto ha puesto el foco en proyectos que, además de rentabilidad económica, generan un impacto positivo en la sociedad y el medio ambiente. Las grandes corporaciones también están apostando por modelos de corporate venture capital, invirtiendo en startups para captar innovación externa y complementar sus capacidades internas. Este modelo se ha consolidado en sectores como la movilidad, la energía y la inteligencia artificial.
La digitalización y las tecnologías financieras han permitido la aparición de nuevas formas de financiación. La tokenización de activos a través de blockchain, los modelos de financiación descentralizada (DeFi) y las nuevas plataformas de lending digital están abriendo nuevas vías para captar recursos. Estas soluciones permiten una mayor flexibilidad y descentralización en la asignación de capital, reduciendo la dependencia de los intermediarios tradicionales. La regulación también está evolucionando para facilitar nuevos instrumentos financieros. En Europa, la nueva normativa sobre mercados de criptoactivos (MiCA) busca dotar de mayor seguridad jurídica a la financiación basada en blockchain, mientras que los bancos centrales exploran la emisión de monedas digitales (CBDC) que podrían transformar la forma en que se financian los proyectos empresariales. Todo ello bastante verde, de momento, aunque acabará por decantar.
En resumen, si te interesa alimentar el crecimiento futuro de tu empresa, la innovación financiera es una pieza clave en el impulso de nuevos proyectos empresariales y en la transformación de sectores económicos. Tanto la financiación pública como la privada han evolucionado para adaptarse a los nuevos desafíos del mercado, ofreciendo instrumentos más flexibles y adaptados a la naturaleza de la innovación.
La clave para aprovechar estas oportunidades está en la combinación estratégica de las diferentes fuentes de financiación, así como en la capacidad de las empresas para estructurar proyectos atractivos para inversores y entidades financiadoras. En un entorno económico cada vez más incierto, la capacidad de innovar también en la gestión financiera se convertirá en un factor determinante para la competitividad y el crecimiento sostenible.
Por supuesto, como en toda innovación, será preciso gestionar los riesgos asociados. No todas las cosas nuevas funcionan bien, o son aplicables en todos los contextos…
Si no estáis ya, yo me pondría a estudiar estas nuevas asignaturas…
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