Reconozco que siempre hemos sentido cierta debilidad por Apple, digamos que al menos una debilidad estética. Siempre haciendo aparatos tecnológicos bonitos y aparentemente sencillos. Pero de inmediato pasa por nuestras cabezas si debemos considerarlos unos visionarios por ver cosas que otros no ven, o realmente son unos “marketinistas” espectaculares por crear y vender productos que otros ni siquiera imaginan que quieren tener.
La gente de Apple parecen los únicos en este negocio de la tecnología para usuarios capaces de percibir el concepto de experiencia de ocio y generar un ecosistema de aparatos tecnológicos, recursos de desarrollo y acceso a contenidos capaz de surtir a los usuarios de todo aquello que creen necesitar para crear su propia experiencia.
Con esta idea hablábamos de la presentación del nuevo producto de Apple, el “Ipad”, definido por la compañía como “una nueva categoría de dispositivo”. El revuelo generado nos ha dado la oportunidad de leer las reflexiones que al respecto del aparato en cuestión a realizado Jorge Ledo en una entrada de su blog titulada El iPad como objeto cultural y como objeto de consumo.
Ledo reflexiona sobre el papel de Apple como empresa tecnológica capaz de hacer productos para el ocio. El autor afirma que el ipad tiene como objetivo ofrecer un dispositivo de «lectura» multimedia, explícitamente no-de-escritura, y de que esto llevará a un uso de ocio, no de trabajo, haciéndolo atractivo tanto para gente que está todo el día delante del ordenador como para los que le tienen un miedo atroz a este mundo. Esta «informática solo-de-consumo» puede tener futuro, al «liberarnos» de la carga de «prosumidores» a la que esta convergencia parece condenarnos. Aunque cabe preguntarse si no es un poco como una vagoneta que recorre la red por raíles (más seguro, más fácil, más limitado), en vez de los submarinos nucleares que constituyen los ordenadores?)
Nuestra mayor crítica iría también en este sentido. El iPad parece ofrecer un «piloto automático» o un «modo fácil» que puede ser atractivo incluso interesante, pero no para aquellos que quieren poder cambiar de modalidad y mezclar cosas a su antojo.
Pero no dejamos de pensar que son unos genios, porque han identificado dos tendencias que cada vez estarán más marcadas: la de los que buscan poder hacer de todo en todo momento y la de quienes necesitan separar espacios, tiempos y usos. Ambas tendencias, como siempre, coexisten en nosotros, pero creo que han acertado al proponer un aparato que no sirve para todo. En un mundo en el que nuestros ordenadores pueden hacer cualquier cosa, la ventaja competitiva estriba, precisamente, en un aparato que solo hace ciertas cosas.
Loco mundo este.