En la Universidad de Deusto estamos rodeados de muy buen profesorado: personas comprometidas, dedicadas, ilusionadas, motivadas.
Observando en el día a día, he llegado a la conclusión de que el buen profesor, la buena profesora, conjugan en su ser, una adecuada combinación de las siguientes profesiones:
- Es “maestro/a carpintero”, mostrando, dando ejemplo, corrigiendo, acompañando… hasta llegar a la pieza perfectamente lijada y torneada.
- Es aprendiz de saberes, de técnicas, de metodologías y de conocimientos que los estudiantes cada año le aportan.
- Es sabio/a porque estudia, comprende, reflexiona, hilvana y teje nuevos saberes.
- Es actor/actriz, desempeñando cada día un gran papel en el escenario, vibrando con la estadística, contagiando pasión por la filosofía o desentrañando los principios básicos de la pedagogía, siempre con el gesto positivo, llueva o asome el sol por la ventana del aula.
- Es “monitor scout” reforzando lo positivo de los estudiantes, limando las áreas de mejora, transmitiendo siempre que sí es posible alcanzar nuevas metas y culminar altas cumbres.
- Es titiritero/a porque una y otra vez saca de su chistera comentarios, elogios, correcciones, y nuevas aportaciones a sus estudiantes y compañeros de claustro.
- Es clown tratando de lograr un clima alegre de aprendizaje en el aula, condición necesaria para relajarse y aprender.
- Es estratega, definiendo objetivos, plan de ataque y los lugares adecuados para los necesarios avituallamientos.
- Es capitán/a, navegando la asignatura o módulo a lo largo de semanas, sin perder el rumbo, confiando en que los vientos serán favorables, colocando en el lugar y turno adecuado a cada miembro de la tripulación.
- Es sherpa que prueba nuevas técnicas y metodologías y, en muchas ocasiones, se adentra en territorios aun sin explorar.
- Es gran escultor/a, que a partir de tosca arcilla, moldea grandes profesionales y personas, invitando a cada una a ser la mejor versión de sí misma.
- Es juez/a, evaluando actividades y pruebas, apoyado en unas leyes y normas claramente fijadas.
- Es atleta de carrera de fondo, paciente, constante, sin perder el aliento e incorporando las visicitudes que surgen como experiencias que enriquecen.
- Es científico/a que disfruta combinando líquidos de distintas probetas, poniendo a prueba las teorías, y creando algunas nuevas.
- Es mago/a porque logra que sus estudiantes produzcan artificialmente efectos en apariencia maravillosos e inexplicables en formato de proyectos, trabajos, reflexiones y murales, porque contribuye a que florezcan verdaderas personas y profesionales que se esconden detrás de los estudiantes.
- Es un gran artista, porque conjugar todas las profesiones ya citadas, en su justa medida y dosis, es algo reservado, a gente extraordinaria.
(Homenaje a tantas maestras y maestros vocacionales que existieron; a todo el profesorado que hoy ama esta profesión, y a los que nos sucederán).
Almudena Eizaguirre
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9 marzo, 2016 a las 1:37 pm
Enhorabuena, Almudena. ¡Me gusta lo que has escrito!
10 marzo, 2016 a las 11:46 am
Me encanta y lo comparto, Almudena!
10 marzo, 2016 a las 11:52 am
Me encanta tu mezcolanza, Almudena. ¡Gracias!
Por aportar algo, yo añadiría «artesano/a», porque hace con un sello personal, y porque transmite su oficio desde el amor a él, con amor a él, por amor a él.
El vínculo emocional con los estudiantes me parece esencial, pero creo que hay que reinvindicar también el vínculo emocional con la profesión que ejercemos y transmitimos. Ese vínculo que creaba gremios de maestros en el Renacimiento, ese aprender un oficio desde la emoción, y no desde la desvinculación industrializada (¿despersonalizada?) en la que a veces hemos convertido el proceso educativo.
Enseñar la materia –x– no debería ser (solo) dar un «label» cumpliendo un «programa»… sino transmitir, propagar, invitar por ósmosis al gusto por –x–.
Hablamos mucho de educar para los estudiantes, y estoy de acuerdo. Pero reivindico educar en nuestra materia con entrega, con entusiasmo. Con «devoción».
Cuán diferente se aprende del funcionario repitiendo su proceso, que del «artista» entregado a su pasión. Cuán diferente es la impronta.
Y todo esto, lo digo desde el profesor que me gustaría ser… no desde el que a menudo soy 😉
Ser artesano, para mí un reto contínuo.
15 marzo, 2016 a las 5:57 pm
Gracias Andoni, Zoe y Juanjo
Desde luego, tenemos muchísimo de artesanos… Siempre me ha encantado el término maestra, porque me da la sensación de que transmite mejor ese cariño, ese amor a la profesión, ese arte que hace falta en el día a día fuera y dentro del aula