Las universidades europeas llevamos muchos años trabajando en el cambio de paradigma desde un aprendizaje centrado en el docente o en el contenido a un aprendizaje centrado en el estudiante. Las conclusiones del Consejo de Europa sobre la modernización de la enseñanza superior recogen la importancia de de fomentar la adopción de enfoques centrados en el estudiante y promover la diversificación de modalidades de estudio (Diario Oficial de la Unión Europea, 20/12/2011).
Desde hace más de una década autores como Biggs (2004) o Rué (2007) han insistido en la importancia de generar contextos que estimulen al estudiante a orientar su proceso de aprendizaje desde un enfoque profundo. Este aprendizaje se genera cuando el estudiante participa de forma activa en el proceso formativo, desarrollando actividades concretas y elaborando propuestas a partir de la colaboración de los profesores y sus pares, construyendo así significados a partir del contenido (Silva, J. & Maturana, D.,2017).
En este contexto, las TIC ofrecen una oportunidad para innovar y renovar las propuestas metodológicas, al posibilitar el aprendizaje autoregulado y espacios flexibles para compartir y distribuir conocimiento en red, y para la construcción colectiva de nuevos aprendizajes (Silva, J., Fernández, E. & Astudillo, A., 2016)
A pesar de todo ello, en ocasiones encontramos que tanto algunos docentes universitarios como los potenciales estudiantes, tienen aún la idea de que en la formación online no se ha realizado esta transición hacia un modelo de aprendizaje centrado en el estudiante. Su imagen sobre la formación online es la de una enseñanza anclada en modelos centrados en la transmisión de conocimiento, en este caso, cambiando la exposición del docente por un documento o, en el mejor de los casos, un vídeo.
Sin embargo, es fundamental insistir en que esa idea de una formación online basada en documentos, vídeos y quizá test, no se corresponde con una formación adaptada al EEES ni a la práctica que están desarrollando las universidades que realizan una apuesta por una formación online de alta calidad.
La formación online universitaria debe ser también una formación centrada en la actividad del estudiante y no en los contenidos, en la que se apueste por metodologías que fomenten la participación activa de los estudiantes. El entorno online, por la posibilidades que ofrece para autogestionar el aprendizaje, relacionarse con estudiantes y profesores de diferentes procedencias geográficas y establecer una comunicación personalizada, es un espacio idóneo para este tipo de metodologías.
Un modelo centrado en el estudiante implica situar la actividad como aspecto central de la metodología online. Sin embargo, estas actividades deben estar cuidadosamente planificadas, tomando las competencias a desarrollar como el punto de partida para el diseño de las mismas.
Esta importancia de partir de las competencias para desde ellas definir la actividad a realizar por los estudiantes, y sólo después pasar a elaborar o seleccionar los recursos de aprendizaje necesarios, se abordaba ya en un post anterior (6 elementos esenciales para diseñar tu primer curso online), junto con la relevancia de una riqueza de metodologías y técnicas.
Dicha variedad de metodologías es la que nos permite pasar de un modelo de aprendizaje online centrado en los contenidos, donde el estudiante tiene un rol fundamentalmente pasivo y orientado a un aprendizaje individual y fundamentalmente memorístico; a un modelo de aprendizaje centrado en las actividades, en el que se fomenta la implicación activa del estudiante y la colaboración entre compañeros (Gross 2011).
Por lo tanto, en formación online es especialmente relevante la apuesta por metodologías activas como el análisis de casos, aprendizaje basado en problemas, aprendizaje basado en proyectos o el aprendizaje servicio, o técnicas como juegos de rol, lluvias de ideas, debates, exposiciones grupales, grupos de investigación, trabajo por parejas, etc.
Todo ello, debe ser soportado por un modelo de aprendizaje sólido y definido para lograr un aprendizaje profundo de los estudiantes, potenciando su interés, motivación e implicación en el proceso de aprendizaje y el desarrollo de las competencias.
Por tanto, desde nuestra perspectiva, una formación online de calidad debe incluir una apuesta por un rol activo de los estudiantes junto con la construcción colaborativa de los aprendizajes y el seguimiento personalizado por parte de los docentes.
Esta es la apuesta de nuestra universidad y también la de muchas otras instituciones y docentes. ¿Es también la tuya? Te animamos a compartir tus experiencias online: metodologías, técnicas, recursos… a través de los comentarios de este post.
Sonia Arranz
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