1. Conoce a tu enemigo
Observa tu día a día y detecta las interrupciones más frecuentes o comunes y de mayor impacto y valóralas entre 1 y 10 por su impacto y frecuencia.
2. Protege tu concentración
La concentración implica poner la energía atencional (mental y emocional) en tu flujo de trabajo, con el menor número de interrupciones. Recuerda que sin concentración, todas las demás cosas que nos llevan al éxito en el proyecto (creatividad, excelencia, dominio, calidad, rigor) se debilitan o pierden.
A veces eres tu propio enemigo/a para mantener tu concentración. Hay que trabajarla con determinación (“lo empiezo y no paro hasta acabarlo”) y voluntad deliberada para no distraerse o dispersarse. Algunas medidas que han servido a otros para dar un salto enorme en productividad incluyen: