9 de julio, miércoles de la XIV semana del tiempo ordinario
En un mundo de incertidumbre y desconfianza, necesitamos referentes que no solo hablen, sino que actúen para sanar, acompañar y transformar. En muchos ámbitos, se buscan personas comprometidas, capaces de dar respuesta a heridas colectivas. Hoy más que nunca, urge una voz creíble que pronuncie palabras de vida.
El texto nos recuerda que toda vocación auténtica es envío. Jesús llama por su nombre a personas concretas, con luces y sombras, y les encomienda una misión: sanar, liberar, anunciar. No se trata de poder, sino de servicio transformador allí donde hay fragilidad.
Tratemos de reconocer la llamada que resuena también en nuestro tiempo. Descubramos nuestro nombre en medio de tantos, y la misión que nos toca. Caminemos con otros, hacia los márgenes, llevando una palabra que alivia y reconstruye. Feliz miércoles.
