Lecturas 23 de mayo, Domingo de la Ascensión
En el confinamiento hemos sentido esas presencias que no estaban presentes. Hemos estado encerrados con unos pocos, pero a la vez hemos estado con muchos otros. Nuestro corazón también sentía y se unía al sufrimiento y a la alegría de otros con los que no estábamos presencialmente.
Un gran reto para los cristianos es sentir que Jesús está presente en nuestra vida. La velocidad, la dispersión, la falta de lenguaje de fe y una cultura en oposición nos dificultau sentir esa presencia.
Nuestra experiencia de Dios es una experiencia de mediaciones, seguimos a un Dios que se encarna, a un Dios que se hace uno de nosotros y que por tanto es en nuestra vida diaria donde se hace presente. La gran tentación es quedarse mirando al cielo, pero el ángel recuerda a los discípulos: ¿qué hacéis mirando al cielo?