¿Dewey… estudiaría y/o enseñaría hoy online? Hay quien quizás responda “¡qué remedio!” (grupo 1). O quien deje de leer este post, por considerar que esta es “otra camiseta más que le colocan” (al más que referenciadísimo Dewey) (G2). O… en el otro extremo, no me digas que… ¿no te suena Dewey? (G3). Aquí un intento de que sigas leyendo, sea tu escenario alguno de estos o no:
- G1. Recordemos que la docencia que estamos viviendo en la pandemia no es sinónimo de formación online.
- G2. Ciertamente, es necesario puntualizar que “lo recepcionamos”. Ni siquiera las metodologías activas ni sus nomenclaturas fueron mencionadas por Dewey (anterior a sus definiciones), a pesar de que en demasiadas ocasiones lo pareciera por la manera de referenciarle y/o atribuirle ideas.
- G3. John Dewey (filósofo, pedagogo y psicólogo americano, 1859- 1952) continúa siendo un referente crucial en la educación.
No sabemos cómo hubiera sido hoy, como estudiante/docente online; pero sí contar con su legado, “también” en la formación online, seamos más conscientes o no de ello. En su momento, él mismo recepcionó pensamientos de tan diversas disciplinas como las de Darwin, Hegel, Hall, Pestalozzi… Compartió espacio-tiempo y reflexiones con Jane Addams. Su repercusión ha sido aumentada a través de Holt o de Freire (con sus tan divergentes teorías sobre la educación liberadora), entre otros como Kilpatrick (Aprendizaje Basado en Proyectos, en adelante ABP),
¿ABP? ¿Sabes qué es “Aprendizaje Basado en Proyectos”? Quizá lo relaciones con Ingeniería; o el ABProblemas con Medicina; el ABRetos con Empresariales… ¿y el ApS (Aprendizaje y Servicio Solidario = ABProyectos con finalidad solidaria) con Educación Social? Lo cierto es que van mucho más allá de cada área e incluso del ámbito universitario. En este enlace dispones de una síntesis visual de diversas metodologías activas, elaborada por Innovación Docente de la Universidad de Deusto.
Por otro lado, ¿qué relación se puede percibir entre las metodologías activas y Dewey? Quizá te interese este artículo, en clave de “experiencia educativa”, o este otro, incluyendo también la “ciudadanía democrática”. Diferenciar (algunas) metodologías activas y analizarlas desde el pensamiento de Dewey nos puede inspirar en nuevas maneras de mejorar nuestra práctica: con el foco en las experiencias de aprendizaje.
¿Y con qué particularidades se implementan estas metodologías activas en formación online? Algunos apuntes:
- Es fundamental la gestión del tiempo, es un aprendizaje de ida y vuelta también para la presencialidad. Los proyectos presenciales no siempre llegan a culminar todas sus fases. En clave Dewey, podríamos rescatar el principio de continuidad de toda experiencia y su posicionamiento con respecto al rol del educador: como acompañante, planificando y garantizando oportunidades de participación para todos, donde la relación del grupo contribuya al sentimiento de pertenencia y a la percepción de sentido de lo aprendido juntos, en lo posible aplicando el método científico y el aprendizaje por descubrimiento.
- Dewey apuntaba a “problemas auténticos”. ¿Conectamos (realmente) con la realidad? ¿y con su realidad (la de nuestros estudiantes)? Escenarios atractivos sobre los que trabajar, no sólo en cuanto al tipo de recurso. Más allá de los formatos en los que se muestran (con vídeos, podcast, lecturas reflexivas o… saliendo a museos online, bibliotecas online, en laboratorios remotos, en simulaciones, en juegos, en proyectos reales…):
- ¿Cuál es el escenario? ¿Cúal es ese “caso”, ese “problema”, esa “necesidad”, ese “reto”… a resolver juntos? ¿cuál es su descripción? ¿qué detalles necesitan para su buen desempeño competencial?
- ¿Es REAL? ¿Real-simulado (ficticio y/o recreado) o real-no simulado (desde una noticia, por ejemplo)?
- ¿Y… llega nuestra clase a incidir en la realidad? ¿O nos quedamos tras las “paredes” virtuales del aula? ¿Cuál es el espacio educativo?
- ¿Esa (posible) intervención reflexiva es además solidaria? ¿Implica relaciones y pensamiento crítico en términos de justicia social? Dewey insistía en la proyección social-moral de toda experiencia, omitirla es también una manera de posicionarnos.
- Materiales que conmuevan, que “les enganchen”. Con toda la ingente información a su alcance: qué es lo que realmente cobra sentido, para ellas y ellos. Es urgente enseñar a cómo llegar a lo relevante y a cómo disfrutar de la experiencia de aprendizaje. El propio Dewey señalaba que si hay una actitud fundamental es el desear seguir aprendiendo.
- Actividades que contribuyan al plan/ proyecto, con sentido y un para qué global. Las instrucciones deben de ser muy claras, autoexplicativas en cada actividad. Necesitamos ser rigurosos con las planificaciones y todo el mundo tiene que saber las reglas del juego desde el principio. Es conveniente que las actividades contribuyan a un desafío, que aporten variedad y controversia; así como alternar actividades individuales, grupo-clase y en equipo. Desde nuestra recepción de Dewey, podemos incidir en la PARTICIPACIÓN, en el principio de interacción de cada experiencia y en su concepto de pequeña-gran comunidad.
¿Lo vemos en un ejemplo?
¿Contextualizamos y somos críticos con nuestra acción? ¿Así se lo vamos a pedir a nuestras y nuestros estudiantes?
“Vivimos siempre en el tiempo que vivimos y no en algún otro tiempo, y sólo extrayendo en cada tiempo presente el sentido pleno de cada experiencia presente nos preparamos para hacer la misma cosa en el futuro. Ésta es es la única preparación que a la larga cuenta para todo”. (Dewey, 2010/1938, p.90).
Dewey, J. (2010/1938). Experiencia y Educación. (2ª Ed.). Madrid: Biblioteca Nueva.
Angela García Pérez
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30 julio, 2021 a las 6:12 pm
¡Excelente post!