En dos días nos volverá a la vida y al tercero nos hará resurgir

¿Hasta cuándo vamos a estar así? La literatura bíblica nos ha puesto los tres días como símbolo de ese paso. Son días en la que la comunidad de discípulos está recluida en su casa, son días en que aquello que daba sentido deja de tenerlo, son días, en definitiva, de oscuridad y zozobra. Pero pasado ese tiempo indeterminado nos volverá la vida y nos hará resurgir, y estamos seguros de que será algo nuevo y distinto a lo que esperamos.

Primera lectura

Lecturas: sábado 21 de marzo (3ª semana de Cuaresma)

Lectura de la profecía de Oseas 6, 1-6

Vamos, volvamos al Señor.
Porque él ha desgarrado,
y él nos curará;
él nos ha golpeado,
y él nos vendará.
En dos días nos volverá a la vida
y al tercero nos hará resurgir;
viviremos en su presencia
y comprenderemos.
Procuremos conocer al Señor.
Su manifestación es segura como la aurora.
Vendrá como la lluvia,
como la lluvia de primavera
que empapa la tierra».
¿Qué haré de ti, Efraín,
qué haré de ti, Judá?
Vuestro amor es como nube mañanera,
como el rocío que al alba desaparece.
Sobre una roca tallé mis mandamientos;
los castigué por medio de los profetas
con las palabras de mi boca.
Mi juicio se manifestará como la luz.
Quiero misericordia y no sacrificio,
conocimiento de Dios, más que holocaustos.

Salmo

Sal 50, 3-4. 18-19. 20-21ab R/. Quiero misericordia, y no sacrificio

Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado. R/.

Los sacrificios no te satisfacen:
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
El sacrificio agradable a Dios
es un espíritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado,
tú, oh, Dios, tú no lo desprecias. R/.

Señor, por tu bondad, favorece a Sión,
reconstruye las murallas de Jerusalén:
entonces aceptarás los sacrificios rituales,
ofrendas y holocaustos. R/.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Lucas 18, 9-14

En aquel tiempo, dijo Jesús esta parábola a algunos que confiaban en sí mismos por considerarse justos y despreciaban a los demás:
«Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior:
“Oh, Dios!, te doy gracias porque no soy como los demás hombres: ladrones, injustos, adúlteros; ni tampoco como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo”.
El publicano, en cambio, quedándose atrás, no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo: “Oh, Dios!, ten compasión de este pecador”.
Os digo que este bajó a su casa justificado, y aquel no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».

Comentario

El profeta Oseas nos presenta una dinámica muy propia de la vida, el de estar heridos y el de ser curados. Esa heridas nos impiden actuar como quisiéramos y nos recuerdan nuestra propia fragilidad. A su vez quien nos cura se representa como aquella persona que nos saca de nuestra mayor fragilidad y nos conduce a más vida. Esto no es otra cosa que el Evangelio, que como reconciliación, sanación, salvación, sentido, nos lleva a una mayor plenitud de vida.

Pero para llegar a la sanación tenemos que hacer una terapia que a veces nos sabe peor que el aceite de hígado de bacalao, que es hacernos humildes. Ser humildes no es otra cosa que vivir en el humus, el suelo, es decir vivir en la verdad que nos conduce a la vida. Una verdad que nos recuerda, que no estamos solos, que unos dependemos de otros, una verdad que en definitiva nos lleva a ese gran misterio y experiencia que es Dios.

Feliz sábado de cuarentena, feliz sábado de cuaresma y que este Dios de la vida nos acompañé en nuestras cosas.

Esta entrada fue publicada en Publicaciones del blog. Guarda el enlace permanente.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.