¿Quién será sabio, para comprender estas cosas?

El famoso filósofo Maimónides escribió a finales del s. XII una guía de perplejos. Nos toca vivir tiempos y situaciones que nos causan perplejidad y nos obligan a gestionar nuestras incertidumbres. En estos tiempos echamos manos de nuestro patrimonio piscológico, cultural y espiritual para situarnos en esta realidad algo extraña. Este ejercicio nos obliga a profundizar en nuestras capacidades personales y comunitarias para ir descubriendo cómo situarnos en la realidad.

Lecturas: viernes 20 de marzo (3ª semana de Cuaresma)

Primera lectura

Lectura de la profecía de Oseas 14, 2-10

Esto dice el Señor:
«Vuelve, Israel, al Señor tu Dios,
porque tropezaste por tu falta.
Tomad vuestras promesas con vosotros,
y volved al Señor.
Decidle: “Tú quitas toda falta,
acepta el pacto.
Pagaremos con nuestra confesión:
Asiria no nos salvará,
no volveremos a montar a caballo,
y no llamaremos ya ‘nuestro Dios’
a la obra de nuestras manos.
En ti el huérfano encuentra compasión”.
“Curaré su deslealtad,
los amaré generosamente,
porque mi ira se apartó de ellos.
Seré para Israel como el rocío,
florecerá como el lirio,
echará sus raíces como los cedros del Líbano.
Brotarán sus retoños
y será su esplendor como el olivo,
y su perfume como el del Líbano.
Regresarán los que habitaban a su sombra,
revivirán como el trigo,
florecerán como la viña,
será su renombre como el del vino del Líbano.
Efraín, ¿qué tengo que ver con los ídolos?
Yo soy quien le responde y lo vigila.
Yo soy como un abeto siempre verde,
de mí procede tu fruto”.
¿Quién será sabio, para comprender estas cosas,
inteligente, para conocerlas?
Porque los caminos del Señor son rectos:
los justos los transitan,
pero los traidores tropiezan en ellos».

Salmo

Sal 80, 6c-8a. 8bc-9. 10-11ab. 14 y 17 R/. Yo soy el Señor, Dios tuyo; escucha mi voz

Oigo un lenguaje desconocido:
«Retiré sus hombros de la carga,
y sus manos dejaron la espuerta.
Clamaste en la aflicción, y te libré. R/.

Te respondí oculto entre los truenos,
te puse a prueba junto a la fuente de Meribá.
Escucha, pueblo mío, doy testimonio contra ti;
¡ojalá me escuchases, Israel! R/.

No tendrás un dios extraño,
no adorarás un dios extranjero;
yo soy el Señor, Dios tuyo,
que te saqué del país de Egipto. R/.

¡Ojalá me escuchase mi pueblo
y caminase Israel por mi camino!
Los alimentaría con flor de harina,
los saciaría con miel silvestre». R/.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Marcos 12, 28b-34

En aquel tiempo, un escriba se acercó a Jesús y le preguntó:
«¿Qué mandamiento es el primero de todos?».
Respondió Jesús:
«El primero es: “Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser”. El segundo es este: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. No hay mandamiento mayor que estos».
El escriba replicó:
«Muy bien, Maestro, sin duda tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios».
Jesús, viendo que había respondido sensatamente, le dijo:
«No estás lejos del reino de Dios».
Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.

Comentario

Jesús nos sitúa en uno de los pilares de nuestra fe el amor. El amor es fundamento de una relación que se hace fundamental en nuestra vida y es a través de ese amor donde nos vinculamos a Dios, al prójimo y a nosotros mismos. Es esa experiencia del amor la que nos acerca a la experiencia del Reino de Dios que es uno de los distintivos de la predicación de Jesús. Estos días son una estupenda ocasión para ver cuál es el fundamento de nuestra, el fundamento de nuestro amor. Es una ocasión para testar, tal y como lo hace la primera lectura, nuestra relación con Dios. ¿En qué medida se hace presente en mi día a día? Es una ocasión de ejercer el amor al prójimo, sobre todo cuando más que nunca nos vemos obligados a vivir en proximidad intensiva. Y desde luego es una ocasión de ver cómo nos amamos a nosotros mismos. Este test del amor es en algún modo, una de las mejores brújulas para nuestra vida.

No estamos lejos significa, de hecho, que no estamos allí.

La intensa actividad en nuestros móviles estos días es de una naturaleza diferente. No son los mensajes a que estábamos acostumbrados. Me hablan de desconcierto, de un esfuerzo por resituar todo lo que estamos viviendo. A veces apresuradamente, detrás de las informaciones que empezaron a llegarnos y todavía llegan, vinieron las explicaciones y los consejos. También vinieron expresiones de solidaridad y preocupación por los más afectados; expresiones de solidaridad y apoyo a quienes se encuentran en primera línea. No faltaron los mensajes para aliviarnos, con el humor con alguna buena noticia. Tampoco escasearon, luego, las reflexiones críticas, o el recuerdo de lo bien que vivíamos hasta hace unos días, sin saberlo.

Todos estos intentos consiguen solo limitadamente su propósito. Es como si reflejasen una experiencia profunda, que no es fácil de expresar. Me refiero a ese caer en la cuenta de que vamos a tener que resetearnos. Vamos a tener que re-comprendernos a la luz de esta nueva realidad. Nos acaban de abrir los ojos ante un abismo, ante algo que se revela todavía más frágil de lo que creíamos, increíblemente más.

Será por ángulo de perspectiva que nos impone el confinamiento o por la pura enormidad de la cosa, sin precedentes, todo esto nos tiene sorprendidos.

Jesús de Nazaret respondió al escriba “no estás lejos”. Este modo de hablar interpela a nuestra percepción. Hablando así, Jesús cuestiona al pesimista, pero también al optimista. Que no estemos lejos, en el fondo, significa que tampoco estamos donde temíamos. Que no estemos lejos significa, de hecho, que aún no estamos donde nos gustaría.

La realidad que compartimos estos días puede aunarnos. Puede traernos de nuestras percepciones individualistas y confrontarnos con nuestra condición humana, en cuanto que especie también. Mucho antes que fuéramos seres políticos, esta situación nos recuerda que ya éramos especie. Y, teniendo que estar confinados respecto a lo otro, al menos, podemos experimentarnos en esto fundamental. Que un espíritu original tiene el poder de aunarnos y hacernos capaces de más.

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