En un contexto de descenso continuado, desde los años noventa, de los jóvenes vascos de 18 años o más, en un proceso de consolidación de la universidad pública vasca con un decidido apoyo institucional, duplicado el número de universidades en el Estado español, con la presencia de la violencia durante décadas, constituido el espacio europeo de educación superior,  abierta la posibilidad de movilidad de estudiantes en un sistema universitario globalizado, en un contexto de secularización, con un entorno de crisis económica,… es un «milagro» que la Universidad de Deusto haya podido salir adelante:

Pirámide vasca 1981-2011

·         La población vasca de 18 años se ha reducido a prácticamente la mitad en treinta años.  Lo cual, en términos de público objetivo, ha reducido de modo considerable las posibilidades de mantener el número de estudiantes conocido en la década de los setenta y ochenta en las aulas universitarias.

·         Este inicio del descenso demográfico coincide con la creación (25-2-80) de la universidad pública vasca sobre las bases de la Universidad Autónoma de Bilbao anterior. La UPV-EHU, con un importante respaldo político e institucional así como generosa financiación pública (2013: 392 m€), ha ido creciendo en presencia y volumen. Escenario al que se sumó, en 1997, Mondragon Unibertsitatea, a partir de la unión de las cooperativas de educación universitarias preexistentes.

 ·         En un escenario de reducción de jóvenes en edad universitaria y envejecimiento demográfico, contradiciendo toda lógica, se ha duplicado el número de universidades públicas (cada comunidad autónoma ha querido tener su propia oferta integral) y privadas (en torno a entidades próximas a carismas eclesiales distintos y proyectos empresariales).

 ·         La presencia de la violencia generada por ETA y otros agentes a lo largo de medio siglo ha provocado un enfriamiento de la perspectiva de Euskadi y, consecuentemente,  las universidades vascas como destino deseable y deseado.

·         La firma de la Declaración  de Bolonia de 1996 ha permitido el desarrollo de un Espacio Europeo de Educación Superior que, a través de programas como Erasmus, ha potenciado la movilidad hacia Euskadi, pero simultáneamente ha aumentado la posibilidad de que un estudiante vasco siguiera sus estudios en cualquier universidad del continente.

·         De igual manera, el acelerado desarrollo tecnológico de las últimas décadas ha posibilitado el incremento y abaratamiento de las distintas modalidades de transporte, así como la extensión de un nuevo espacio digital, acercando distintos destinos universitarios como alternativa para un estudiante de cualquier lugar del mundo.

·         La secularización progresiva de nuestra sociedad, con presencia de expresiones de laicismo anticlerical, junto a una deriva resistente a la evolución por parte de las autoridades eclesiásticas, ha abierto una gran distancia entre los valores preponderantes en la sociedad y los imperantes en la oferta educativa procedente de entidades confesionales.

·         La crisis económica presente de modo intenso en el último quinquenio ha ido generando mayores bolsas de pobreza entre las poblaciones inmigrantes y las clases trabajadoras autóctonas, dañando igualmente las cuotas de bienestar de un porcentaje significativo de las clases medias que habían accedido a las aulas universitarias en décadas anteriores.

Por lo tanto, la reducción de jóvenes, el aumento exponencial de oferta universitaria (local y global), la violencia, la secularización y la crisis económica han puesto en una difícil posición al proyecto de la Universidad de Deusto.

Tan sólo la apuesta por mantener elementos fundamentales de la tradición (como la atención personalizada, los valores del humanismo, el paradigma educativo ignaciano, la preocupación por la empleabilidad,…) junto a dosis importantes de innovación continua en el tiempo (implantación de titulaciones sensibles a las nuevas demandas sociales, la actualización del modelo de enseñanza-aprendizaje, la internacionalización, el plurilingüismo, una mayor presencia de la investigación y la transferencia, un mayor compromiso y proyección social,…) han permitido sostener el proyecto.

Pero, sobre todo, han sido las personas, mujeres y hombres que integran la Comunidad Universitaria de Deusto, las que han sacado este centro universitario adelante.

La pérdida de estudiantes por la combinación de los motivos señalados, ante la que tampoco se podía repercutir insolidarios incrementos en costes de matrículas por la situación de crisis de nuestra sociedad, por un lado, y la compensación sólo en parte por estudiantes procedentes del resto del mundo, así como del significativo desarrollo de las otras funciones universitarias, por otra, han exigido a los miembros de la Comunidad Universitaria esfuerzos extraordinarios:

·         Una gran profesionalidad en el desempeño de su tarea docente, investigadora o técnica para captar el interés y mantener la confianza de familias, empresas, instituciones y entidades sociales.

 ·         Una elevada productividad, con renuncia a retribuciones y condiciones laborales que disfrutaban compañeros en similares funciones en otras universidades.

 ·         Y una profunda identificación con la identidad y misión del proyecto universitario, en la búsqueda de la excelencia académica docente e investigadora comprometida con la transformación de la sociedad.

 Este “milagro” tiene poco de prodigioso y mucho de implicación de personas, de esfuerzo colectivo y de complicidad social, de las personas, familias y entidades que consideran imprescindible la presencia de una universidad como Deusto en nuestra sociedad actual.

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