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– ¿Algo así como un ministro de los Jesuitas?
– Más bien como una especie de delegado. Podríamos considerar ministros a los Asistentes Regionales o Consejeros Generales, y luego están los Secretariados que se encargan de algún área apostólica.
– ¿Y cuál será su labor?
– Me encomiendan el seguimiento, acompañamiento y la animación de las obras sociales de la Compañía a nivel internacional. Son unos 320 proyectos por todo el mundo. Viviré en Roma pero tendré que viajar mucho.
– Justicia Social y Ecología ¿juntos?
– El cambio climático va a afectar a la gente más vulnerable, y ahí se unen esas dos cuestiones. Además, los desastres naturales tienen lugar casi siempre donde reside la población más pobre, así que…
– Entonces, usted no duda de la existencia del cambio climático.
– Existe y es un riesgo que probablemente afectará a las poblaciones más pobres y vulnerables.
– ¿Tras este nombramiento se le puede considerar un miembro de la dirección de los jesuitas?
– Sí, y lo asumo con una mezcla de sentimientos: ilusión, responsabilidad e inquietud. Este nuevo puesto me va a permitir entrar en contacto con compañeros que están repartidos por todo el mundo.
– Así que va a mandar mucho.
– No tanto. Cada obra tiene su propia autonomía, mi labor será más de acompañamiento y orientación. No seré un lastre para ellos.
– ¿Cuál será el sello de Patxi Álvarez al frente de este secretariado?
– Me gustaría dejar la idea de que hay esperanza para los pobres y desheredados, para los que están en las cunetas de la historia. Personas con recursos, dignidad y capacidades. Sólo hace falta ayudarles.
– ¿Qué aprendió en Camboya que ahora le pueda servir en Roma?
– Sensibilidad y afecto hacia los empobrecidos. Y ése es un elemento clave para este puesto y me consta que es algo buscado de manera explícita. No tiene sentido que nombren a una persona que no tenga esa sensibilidad.
Curso intensivo de italiano
– A pesar del voto de pobreza, ¿cobran un sueldo por su trabajo?
– Sí, una asignación que ponemos en una bolsa en común, así que muchos jesuitas ni saben cuánto es.
-¿Recibirá ahora un aumento?
– No lo creo.
– Pues esa cuestión es la que más preocupa a la mayoría cuando asciende: cuánto va a cobrar.
– Ja, ja… Ni me lo había planteado.
– Así que a usted la crisis económica no le afecta.
– A mí no, pero a Alboan sí. Han bajado los ingresos y eso nos obliga, por ejemplo, a pensar en congelaciones de sueldos. No podemos repercutir todo esa bajada en el dinero que enviamos a las poblaciones que ayudamos.
– Por cierto, ¿cómo ve la decisión del Gobierno vasco de retirar la ayuda social a 6.000 perceptores?
– (…) Es un riesgo para la cohesión social. Cuando a un sector de nuestra población le va mal no es malo sólo para ellos, sino para todos nosotros. Así que confío en que se resuelva pronto.
– Estudió y se licenció en Telecomunicaciones. ¿Mantiene el contacto con compañeros de carrera?
– Sí, nos juntamos de cuando en cuando.
– ¿Cómo ve su vida? Piense que hubiera sido la suya.
– No les tengo envidia. Trabajar en este área te pone en contacto con personas muy valiosas y eso es un enorme regalo. No digo que ellos no lo tengan. Cada uno tiene su vida y les tengo aprecio y cariño.
– ¿Le gusta la pizza y los helados?
– Sí, sí, ¡vaya que sí!
– ¿Y qué tal lleva el italiano?
– Ahora estoy estudiando con un método de esos con cedés y un libro, y cuando llegue allí empezaré un curso intensivo.
– ¿Y el idioma de la diplomacia, el poder y la burocracia romana?
– Nuestro anterior general, el padre Kolvenbach, decía que a lo largo de los años había aprendido el ‘vaticanés’, y yo espero aprenderlo pronto.
– ¿Se siente más cercano a Rouco Varela o Ignacio Ellacuría?
– Por cercanía geográfica, por ser compañero de Compañía, por estilo y deseos… con Ignacio Ellacuría, obviamente.
– ¿Cómo ve a la actual Conferencia Episcopal española?
– (Silencio) Preferiría no opinar sobre este tema.
‘Hijo’ del padre Arrupe
– En 2008 ya participó en la Congregación General que eligió a Adolfo Nicolás, el actual general.
– Fue una experiencia muy rica. Éramos 225 personas con una gran sintonía interior pero con una gran diversidad. Y además pude conocer a Adolfo Nicolás, un hombre con una gran capacidad de comunicación, con el que te sientes siempre muy a gusto. Es muy cercano.
– ¿Es Patxi Álvarez el sucesor del padre Arrupe, general de los Jesuitas durante 18 años?
– No, obviamente, no. No, no.
– Pero es un jesuita con proyección, bilbaíno, que llega a Roma.
– Yo soy uno de los hijos del padre Arrupe. Él ejerció una autoridad moral muy importante, sufrió muchos conflictos dentro y fuera de la Compañía, pero no conozco a ni un solo jesuita que le haya criticado.
– Se imagina dentro de 20 años a un bilbaíno al frente de…
– Eso me parece impensable viendo la realidad de la Compañía.
– Los jesuitas han sido siempre conocidos por su labor educativa. ¿Sigue siendo uno de sus pilares?
– El fuerte de la compañía es lo formativo, lo educativo en sentido amplio. Tiene que ver con nuestra espiritualidad, una espiritualidad que forma personas, les ayuda en su autonomía y les lleva a un proyecto de vida solidario.
– En los colegios y universidades de los Jesuitas ha estudiado parte de la élite financiera. ¿Ha fallado algo en su formación?
– (Silencio) Unos empresarios buenos son necesarios y formarlos es un servicio para la sociedad. Ahora bien, al final siempre es responsabilidad de la persona adherirse a un proyecto de vida solidaria y muchas de ellos no lo han hecho. Sencillamente han creído que el trabajo iba a generar intereses económicos y una mayor riqueza a nivel social, cosa que aún está por demostrar. Aunque más que fallar a mí me gustaría formularlo como una incapacidad para generar esa adhesión por la solidaridad.
– Este año tiene previsto visitar varios países, como India, Camboya y Suiza. ¿Suiza?
– Sí, allí están la mayoría de los organismos internacionales y ante ellos es necesaria una cierta labor de ‘incidencia política’ o lobby.
– ¿Qué diferencia el trabajo de un jesuita del de un cooperante laico de una ONG?
– En muchas cosas es el mismo. Un jesuita le añade una faceta pastoral, el acompañamiento de una comunidad cristiana. Además, en muchos casos, la motivación de fondo que inspira a ambos es también la misma.
– ¿Cuál es la prioridad de un jesuita: predicar la fe o remangarse y fabricar sillas de ruedas?
– La prioridad es conocer y acompañar a las personas en lo que son y en sus proyectos de vida. Camboya, por ejemplo, es un país budista y lo va a seguir siendo, pero nosotros apoyábamos a la población local. Nuestro empeño estaba en aceptar y acoger a esas personas.
– ¿Y dónde queda la evangelización?
– Cuando tú ayudas a una persona siempre le dejas una pregunta de fondo: «Y éste, ¿por qué lo hace?». Y esa, al final, es una pregunta religiosa.
Creo que la solidaridad,el voluntariado, es obligatorio todos necesitamos ayuda ,nos necesitamos.
Siempre he admirado mucho a los jesuitas, especialmente en España,desde que abandonaron a los ricos y empezaron a preocuparse por los pobres. En nuestro país, donde la jerarquía de la Iglesia es del PP. , todavía queda mucho por hacer.