Peru Sasía Santos, Doctor en Ciencias Químicas por la UPV y profesor del Centro de Ética Aplicada de la UD, fue el ponente de la segunda sesión de los TheoLabs organizados por Deusto Campus Fe. Su ponencia llevó por título ‘¿De qué hablamos cuando hablamos de alternativas transformadoras? El compromiso cristiano en la esfera económica.’ Esta segunda parte del título fue el hilo conductor de toda su charla.
A lo largo de la misma subrayó reiteradamente la importancia de buscar alternativas que transformen las actuales estructuras de poder económico, las cuales “se han globalizado de una forma mucho más eficaz que las estructuras sociales y políticas”. Esto pasa, en primer lugar, por oponerse a una tendencia muy frecuente hoy en día: la de anular la respuesta responsable y comprometida, lo que acaba generando comportamientos faltos de ética pero socialmente aceptables. “La tentación de anular el sujeto es algo propio de estos tiempos. Así, por ejemplo, tiende a decirse que hay que «calmar a los mercados», como si detrás de éstos no hubiera sujetos que toman decisiones.” Una vez hecho esto hay una pregunta que surge de forma inmediata: ¿de qué podemos ser nosotros responsables como consumidores? Hay un fenómeno que puede ayudarnos a responder a esta pregunta: el actual sistema de consumo, basado en el principio «continua -sea lo que sea que estés haciendo-, que yo compro», influye más que el voto en la construcción y articulación de la sociedad.
Desde su punto de vista, la encíclica Caritas in Veritate de Benedicto XVI y la Carta de los Obispos del País Vasco y Navarra sobre la crisis económica son dos buenos ejemplos de documentos eclesiales que claman por la búsqueda de alternativas al actual sistema económico, el cual “no tiene futuro”. A su juicio, la Carta aborda el tema de una forma mucho más realista que la encíclica: no se limita a ofrecer posibles alternativas –“lo cual acaba haciéndonos esclavos de lo posible”-, sino que apuesta por el ejercicio de la ciudadanía en la esfera pública, es decir, por afrontar entre todos las consecuencias de la actual crisis y construir una economía sobre bases más sólidas éticamente.
En la parte final de su ponencia, subrayó la importancia de promover ciertas actitudes a la hora de poner en práctica el «ser cristiano» en la esfera económica:
– Ante los efectos de la crisis, la fraternidad y la solidaridad: la solidaridad debe ser siempre programada y ejecutada, pues “no basta con tener la intención de ser solidarios.”
– Ante la gestión económica, espíritu crítico, es decir, afrontar críticamente el razonamiento consecuencial de base utilitarista que campa a sus anchas en la esfera económica, a veces con apariencia científica e, incluso, con aspiración dogmática y que conforma un imaginario de la crisis que “deforma la realidad”.
– Ante las causas, responsabilidad, es decir, militancia económica. Esto significa construir alternativas a través de las cuales canalizar las iniciativas. Para ello es necesaria la agregación, puesto que las iniciativas no pueden sacarse adelante individualmente.
– Ante las crisis permanentes, compromiso transformador y búsqueda de la justicia. Hay situaciones degradantes en las que viven millones de seres humanos que no son «patrimonio» de la actual crisis financiera, sino del sistema, el cual, haya crisis o no, los relega a situaciones inhumanas.