A Al anterior alcalde de Bilbao, Jon Castañares (1979-1983), que inicia una ininterrumpida secuencia de alcaldes del Partido Nacionalista Vasco (PNV), le sustituye, tras las elecciones de abril, José Luis Robles (1983-1987). La nueva corporación tiene que enfrentarse, cuando lleva escasamente cuatro meses al frente del consistorio, a los efectos de las graves inundaciones mencionadas en un contexto de profunda crisis económica, política y social. Tanto la legislatura de Robles como la siguiente con José María Gorordo como alcalde (1987-1990), son años de obra pública orientada a cubrir necesidades básicas, no cubiertas por cuarenta años de dictadura y retardadas por el efecto pernicioso de las recientes inundaciones. Las necesidades perentorias (problemas de accesibilidad exterior y movilidad interior, deficiencias urbanísticas, degradación ambiental y crisis económica) coinciden en el tiempo con las estrecheces presupuestarias de las arcas públicas. Se potencia el Plan Integral de Saneamiento (1981), elemento clave en la regeneración y recuperación posterior de la Ría. Se pone en marcha SURBISA Sociedad Urbanística de Rehabilitación de Bilbao, para gestionar el Área de Rehabilitación y el Plan Especial de Rehabilitación del Casco Viejo, con el objetivo de conservar el patrimonio arquitectónico y los espacios históricos, revitalizar el barrio y actuar sobre zonas degradadas (Dolaretxe, Atxuri o Bilbao La Vieja –plaza de la Cantera, Zabala y muelle de la Merced-) (Urriolabeitia, 2013; 275).
No obstante, hay hueco para la renovación de los equipamientos de ocio, algunos de los cuales han sido arrasados por las inundaciones – Teatro Arriaga o Biblioteca de Bidebarrieta- y otros han sufrido años de vida limitada en recursos – Orquesta Sinfónica de Bilbao o Museo de Bellas Artes-. También hay margen para iniciar una necesaria puesta al día, que se prolongará varias años, en equipamientos básicos como las redes de centros cívicos, bibliotecas, polideportivos (de Txurdinaga, 1984; de Deusto, 1987; de Rekalde, 1988) y parques.
Pero, esta misma tensión entre dar respuesta a lo necesario e inmediato, junto al deseo de todo alcalde de encarar proyectos de mayor ambición y envergadura, terminan por enfrentar al alcalde Gorordo con su propio partido. La espoleta toma cuerpo en el proyecto, promovido por el alcalde en discrepancia con las autoridades forales y autonómicas, de un gran centro cultural contemporáneo diseñado por Sainz de Oiza y Oteiza para el edificio de la Alhóndiga (dos cubos de gran tamaño a ubicar en el corazón del ensanche bilbaíno). Jesús María Dañobeitia sustituye al dimitido alcalde hasta las siguientes elecciones. El conflicto se lleva por delante un alcalde, pero asienta la necesidad de ir más allá, de desarrollar un proyecto más ambicioso para la ciudad, que contemple el ocio, la cultura y el turismo como uno de los factores de transformación.