El proyecto universitario que deseamos y anhelamos nos exige un modelo que lo posibilite, en base a un liderazgo ignaciano, que es sobre todo relacional y colaborativo. Un estilo de liderazgo compartido que se sustenta en el trabajo en equipo, en la comunicación, participación, corresponsabilidad y co-creación de las personas implicadas en el proyecto. Sin exclusión.
Las estructuras y los procesos, fieles a ese principio relacional, adquieren la flexibilidad suficiente para adecuarse a las condiciones de los distintos tiempos y los espacios, sin perder de vista el proyecto, generando un modelo que transpira espiritualidad ignaciana, una espiritualidad que se hace cargo, carga y se encarga de la realidad (innovación hecha tradición).
Es imposible ser coherente con el modelo de espadas a la realidad, ya que estamos implantados en ella. De ahí que para ser coherentes debemos asumir el audaz imperativo ético ellacuriano de hacerse cargo de la realidad, cargar con ella y encargarse de ella para que sea como anhelamos que sea.
Eltalante que la inspira
Pero, este deseo de completar el proyecto y de desarrollar el modelo que lo posibilite, no debe hacernos olvidar la importancia del talante, del modo en que damos pasos junto a los demás camino del anhelo.
El talante cristiano es del amor y la caridad para con los demás, el del valor del silencio en la apertura a lo trascendente y en la escucha del otro. Pero es también un talante ignaciano en la prudencia del discernimiento y la audacia en el desempeño del imperativo ético.
La asunción de este talante define los rasgos a potenciar en la organización y, sobre todo, a germinar entre las personas que conforman la comunidad que la soporta.
En definitiva, una universidad a escala humana
Por todo ello, me gustaría que nuestra universidad fuera:
· Una universidad: docencia, investigación y compromiso social al servicio de la fe y la promoción de la justicia.
· A escala: con tamaño suficiente y adecuado para la consecución del proyecto, que hace de su pequeña dimensión su fortaleza, desde un perfil diferenciado y en camino de la especialización comprometida con la realidad.
· Humana: en la que el valor es la persona (docentes, investigadores, técnicos y estudiantes], trabajado desde un talante empático, inclusivo y abierto a la diversidad y pluralidad, prudente y audaz.