31 de enero, Viernes de la III semana del tiempo ordinario
En esta sociedad de la inmediatez parece que todo se mide por resultados rápidos y visibles. Queremos cambios instantáneos, respuestas inmediatas y certezas absolutas. Sin embargo, la vida nos enseña que lo más valioso crece en el tiempo, muchas veces sin que se conviertan en datos y evidencias.
El Evangelio nos recuerda que el Reino de Dios es como una semilla que crece en lo oculto, sin que sepamos cómo. Lo pequeño e insignificante, cuando se confía a la tierra y al tiempo de Dios, tiene un potencial inmenso. Lo que parece frágil hoy, puede transformarse en refugio y vida para muchos.
Tal vez hay semillas que hemos sembrado y aún no vemos los frutos. Se trata de ir trabajando la actitud de espera esperanzada. Los grandes cambios de la gente se dan en lo diario, en lo escondido y fuera de lso focos espectaculares, Feliz viernes.