1 de febrero, Sábado de la III semana del tiempo ordinario
Vivimos en una sociedad donde muchas veces nos vemos tentados a ocultar lo que realmente somos con algunos artificios para dar otra imagen. Nos adaptamos a lo que se espera de nosotros, evitando brillar por miedo al qué dirán. Sin embargo, en lo profundo de cada persona hay una luz que merece ser mostrada.
Jesús nos invita a no esconder nuestra luz, sino a ponerla en alto para que ilumine. Cada uno de nosotros brilla con el don que Dios le ha regalado para dar fruto y compartir con los demás lo mejor de cada uno.
Hoy es un buen día para preguntarnos en qué emdida dejamos que nuestras luces singulares brillen con las de otros. Se trata de descubrir y limpiar aquello que dificulte alumbrar con otros. Feliz sábado.
